—Fumikage, no la presiones.

Kyouka frunció el ceño levemente y yo negué con la cabeza restándole importancia. Me gustaba tocar, ganar seguridad en mí misma y que otros me dieran una opinión sincera.

Me senté sobre el banco de madera del piano y coloqué mis dedos sobre las teclas. Cogí la partitura que me regaló Kyouka cuando nos conocimos.

Empecé a tocarla con delicadeza y luego fui aumentando el ritmo acorde a los tempos que marcaba la partitura. La había tocado tantas veces que me la sabía de memoria, podía tocarla sin mirar las notas e incluso con más movilidad y rapidez.

Cuando llegué a la última parte de la melodía una fina gota de sudor cayó de mi frente. Me levanté del banco y miré a ambos con una pequeña sonrisa.

—¿Qué tal?

Él parecía sorprendido ante mi actuación. Recobró la compostura y colocó una de sus manos sobre su barbilla.

—Kyouka tenía razón, eres realmente buena—dio unos leves aplausos—¿Empezaste a tocar cuando eras pequeña?

Suspiré aliviada. Me gustaba tener la aprobación de otro de los amigos de Kyouka, y más si era el antiguo pianista de la banda.

—Así es, mis padres me apuntaron a clases. Lo vieron buena idea para mí educación.

—Fue una buena decisión. Hay cosas que solo consiguen aprenderse en esas edades.

—Gracias Tokoyami.

Estaba agradecida por su apoyo. Al entrar parecía una persona muy serie e incluso algo inexpresiva, pero ahora parecía lo contrario.

—Te dije que era buena— dijo Kyouka con una expresión de orgullo en sus ojos.

—A lo mejor lo decías porque estás coladita por ella.

Tokoyami arqueó una ceja algo divertido mientras Kyouka agitaba las manos nerviosa por su comentario.

—Cállate pájaro.

—¿Aún me llamas así?

—Tu obsesión con los cuervos no es sana.

—Habló la que tiene una obsesión con los batidos de vainilla y las patatas fritas. Por lo menos los cuervos no me causan una intoxicación estomacal.

No pude evitar reírme ante su pequeña discusión. Ellos me miraron.

—Considero que tanto los cuervos como los batidos con patatas fritas están bien—sonreí de lado—¿Tienes un cuervo, Tokoyami?

—Así es, su nombre es Dark Shadow.

—Es un nombre muy poético.

—Creo que en realidad es más emo— dijo Kyouka con una pequeña risa.

Sonreí, mirando al chico de nuevo. Una pregunta había estado rondando por mi mente.

—¿Por qué decidiste dejar la banda?—pregunté—Perdona, a lo mejor es algo personal.

—No, tranquila—él se apoyó sobre el mostrador, clavando sus ojos en mí—Simplemente vi que no era lo que de verdad quería hacer. Supongo que no es para mí tener un público, ni llamar la atención. Prefería tener más tiempo a mí vida privada, mi cuervo y mi poesía.

—¿Poesía? Eso es maravilloso.

—¿Te gusta la poesía?

Él parecía sorprendido.

—Claro—sonreí—Bueno, en realidad me gustan todo tipo de libros.

Tokoyami miró a Kyouka.

—Kyouka, me gusta. No la pierdas. Si no funciona lo vuestro me la pido.

—YaoMomo no es un objeto, idiota.

Solté una leve carcajada. La escena era realmente cómica.

—Bueno, debería irme. Hablamos luego Kyouka. Un placer Yaoyorozu.

Asentí. Él cogió una bolsa de color negro y salió de la tienda con pasos firmes. Kyouka se acercó a mí con una sonrisa.

—No sabía que venía.

—No importa, me gusta conocer a tus amigos.

—Yo hablé con algunos de los tuyos en el festival. Parecen grandes personas.

Yo asentí. No me arrepentía de haber ido a la Yuêi estos años. Había conocido a personas maravillosas y formado experiencias inolvidables.

—YaoMomo, tengo algo que preguntarte.

—Claro.

Ella jugó con sus dedos y me dedicó una sonrisa nerviosa.

—¿Te gustaría venir a mi casa a cenar mañana? Quiero que hablemos de algunas cosas y mis padres insistieron en que vinieras.

Sonreí de oreja a oreja por la propuesta, me hacía verdaderamente feliz poder ir a cenar con ella y conocer a sus padres.

—Claro, pero tendré que hablar con mis padres.

—Genial.

Notaba un brillo en sus ojos ante mi respuesta.

—Te aviso que mis padres son algo raros. Mi padre te hará todo tipo de preguntas y...

La interrumpí colocando mi dedo índice sobre sus labios.

—Todo estará bien, Kyouka. No has de preocuparte por nada. Todo lo que tenga relación contigo me va a gustar.

—¿Eso significa que te gusto?

Ella me dedicó una sonrisa juguetona. Yo no pude evitar desviar la mirada algo avergonzada.

—Claro que me gustas.

No sabía cómo había conseguido formular aquellas palabras sin tartamudear.

—Tú también me gustas, YaoMomo.

Un calor inundó mi cuerpo al oír esas palabras. Ella acarició mi mejilla y besó mis labios con suavidad.

 Ella acarició mi mejilla y besó mis labios con suavidad

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Tu partitura | MomoJirouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora