4: Libros, té y matrioshkas

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Miré como Yaoyorozu se iba, mi abuelo apareció por la puerta trasera, comenzó a ordenar unas partituras y se giró hacia mí arqueando una ceja

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Miré como Yaoyorozu se iba, mi abuelo apareció por la puerta trasera, comenzó a ordenar unas partituras y se giró hacia mí arqueando una ceja. Ya sabía lo que estaba pensando.

—¿Qué?

—¿Es guapa, no?

—¡Abuelo!

Tenía una sonrisa traviesa dibujada en el rostro. Desvié la mirada y me acerqué a él para ayudarle con las partituras.

—Seguro que no la vuelvo a ver, tal vez solo estaba siendo amable. Todos los fans son amables— sonreí.

Él sabía que me gustaban las chicas y siempre intentaba sacar el tema para saber más sobre mi vida amorosa, pero la verdad es que nunca había estado con alguien de verdad. Había muchos rumores de que estaba con Kaminari, mi guitarrista, pero no eran para nada ciertos. Él y yo solo éramos mejores amigos.

—No sé, tengo un presentimiento, parecía tan sincera y bondadosa— sonreí de forma disimulada—Además ¿Has visto lo bien que tocaba? Ella no parecía darse cuenta de ello.

Tenía razón. Aquella chica desprendía bondad y sinceridad, además hablaba con cierta timidez y respeto. Recordé su rostro, tenía unas facciones muy bellas y ella misma estaba llena de talento.

—Eres de lo que no hay abuelo.

—Lo siento— se disculpó él—Esa chica ha sido la única que ha entrado a la tienda, ha sido muy amable conmigo, en estos tiempos queda poca gente así. Yo encontré a tu abuela, siempre deseo que tú encuentres a alguien como ella.

Sus palabras hicieron que mi corazón se ablandara, me acerqué a él y le abracé con cariño, me quedaría hasta que cerrase la tienda, luego le acompañaría a casa. Había quedado para cenar con el grupo en un bar cerca del centro, el del local nos conocía y siempre nos lo reservaba para nosotros solos. Por suerte, los fans ni los periodistas habían descubierto el lugar.

—Gracias abuelo— le sonreí dulcemente.

No vinieron muchos clientes más a la tienda, cerramos cuando comenzó a anochecer y nos dirigimos a su casa. Me coloqué un abrigo, un sombrero y unas gafas para poder dirigirme al bar, quería pasar desapercibida unos días.

Él vivía con su gato, mi abuela había muerto hace un par de años, fue un momento muy doloroso para todos. Mis padres le solían visitar y yo si estaba fuera me gustaba llamarle cada día siempre que podía.

—Hasta mañana, Kyouka. Pásatelo bien con tus amigos.

Él me dedicó una sonrisa y besó mi mejilla, yo hice lo mismo. Me dirigí al bar al que íbamos siempre, entré sin problemas y los de la banda ya se encontraban allí: Kaminari, Kirishima y Bakugou. Éramos amigos desde pequeños, y habíamos logrado formar nuestro gran sueño. Me quité el abrigo, el sombrero, las gafas y me senté con ellos.

Tu partitura | MomoJirouWhere stories live. Discover now