Capítulo 26: Irlanda

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¡Nuevo Cap!

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Bajo las escaleras y cuando ya estoy a punto de salir de la casa recuerdo que dejé arriba un bolso que quería llevarme. Me irrita la idea de subir las escaleras de nuevo. Llego al primer piso y voy a la habitación de Mason. Toco y al no recibir respuesta abro la puerta.

—Hey.

No me escucha. Está sentado frente a su escritorio con unos auriculares gigantes y moviendo el pie al ritmo de la música mientras escribe algo en una libreta. Me acerco parándome a su lado y él da un salto en la silla al verme.

—¡Mierda! —exclama nerviosamente quitándose los auriculares. — ¿Quieres matarme?

Eso me hace soltar una risa.

—Pudiste tocar.

—Lo hice y no respondiste. —digo apuntando a la puerta. — Quiero un favor.

—¿Qué quieres ahora? —pregunta con cansancio.

Agh, perfecto. Ahora soy un fastidio... Bueno, que me soporte.

—No me mires así. Ven, quiero mostrarte.

Digo saliendo de su habitación con él siguiéndome los talones. Al llegar a la escalera señalo la pared diciendo:

—Quiero que hagas un portal en esta pared por el cual pueda llegar directamente al segundo piso.

—¿En serio? —Pregunta levantando una ceja— ¿Quieres un atajo para no subir las escaleras que te faltan?

Me encojo de hombros. Él mira la pared frunciendo el ceño, pensando en cómo hacerlo y luego vuelve sus ojos a mí.

—Quiero una caja de galletas.

—Hecho. —digo levantando mi mano.

—Lo haré en un rato. Quiero mis galletas para mañana. —responde estrechando mi mano.

—Bien, pero quiero mi portal.

—Lo tendrás. —Afirmó soltando mi mano para dirigirse de nuevo a su habitación y cerrar la puerta.

Subo las escaleras y tomo mi bolso además de las gafas de sol de la mesita. Me doy cuenta del libro "Poemas entre Sol y Luna" que saqué de la biblioteca hace ya unos días y lo tomo para devolverlo. Bajo las escaleras y me dirijo hasta allí después de dejar el bolso en el sofá con otras cosas. Toco dos veces suavemente la puerta y entro al estudio, no está en el escritorio así que me encamino hacia la derecha y me detengo cuando lo veo allí, acostado en el sillón con unos papeles encima de su estómago. Camino sigilosamente para ver si está despierto pero resulta estar dormido; casi nunca duerme. Me acerco y levanto una hoja que está en el piso, la dejo en la mesa y continúo en silencio colocando el libro en el estante para irme pero se mueve abriendo un poco los ojos.

—Disculpa por despertarte. —digo suavemente.

—Elena... —dice con voz suave y ante ese nombre se me hace difícil tragar y los vellos de mi piel erizan; sigue dormido, pero ese nombre... — No te vayas... Te necesito...—susurra volteando la cara con una respiración sumamente calmada.

Salgo de la habitación tan rápida y silenciosamente como puedo, camino por el pasillo y para cuando llego a las escaleras subo corriendo a un lado de Owen.

—¿Erin?

Sigo subiendo escalón tras escalón haciendo caso omiso de su llamado. Llego a mi habitación y cierro la puerta detrás de mí, me alejo de ella y me siento en la cama, suspirando me dejó caer recostándome boca arriba viendo el techo, tratando de recordarla. Pero no puedo.

Dos muertes al atardecer ©Where stories live. Discover now