Capítulo 17: Ángeles

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Hola.

Zafiro en multimedia.

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Camino por el pasillo al salir del despacho y subo a la habitación a buscar quien sabe qué cosa. Entro cerrando la puerta e inhalo por la nariz pensando en que tomar para bajar sin que nadie crea que hubo otra razón para subir sola y sin decir nada.

Paciencia, dulce paciencia.

Mi gran dilema: no sé si tengo bastante paciencia o solo es que tardo más en explotar. Aunque claro el contenerme hace que la paciencia disminuya y disminuya hasta que llega un momento en el que él más pequeño e insignificante detonante que en condiciones normales no tendría ni un poco de importancia para mí, se vuelve algo tan pesado y duro contra mi pecho, aplastándolo, asfixiándome, hasta que solo puedo decir o hacer lo que quiero, lo que necesito para liberarme. Odio esos momentos porque no mido lo que expreso ni la manera en que lo hago y por un instante no me importan las otras personas ni lo que sienten. Solo me importa dejar de morir en el silencio y cuando eso pasa... duele.

Reviso mi armario tomando un suéter morado que no usaba desde hace tiempo y lo paso sobre mí cabeza; acomodo las mangas que llegan a los codos, me gusta cómo me queda así que salgo. Al llegar a la mitad del último tramo de escalera veo a todos menos Eve y Adrien sentados en la sala en silencio y con la mirada perdida.

—¿Qué...? —empiezo a preguntar pero soy interrumpida por todos que voltean y hacen diferentes señales para que me calle.

Frunzo el ceño ante eso con interrogación y Daniel, Laia Owen y Toni señalan sus oídos y me mandan comentarios mentalmente diciendo "Escucha". Agudizo mi oído que es mejor que el de un humano, igual al de Mason pero no tan sensible como el del resto.

Escucho con esfuerzo, la voz de Adrien diciendo en susurro:

—Puede funcionar. Puedo cambiar.

Ay no.

—Entrometidos, todos son unos entrometidos. digo a todos.

—Tú también estás escuchando. oigo a Owen.

Bien, todos somos unos entrometidos. le doy la razón pero de forma que solo él me escuche.

—No quiero y no debes cambiar, Adrien. —surge la voz melódica de Eve con reproche. —Estoy cansada de esto, de que me ocultes cosas y no seas sincero. Así que está decidido, terminamos y no pienso escuchar ningúna palabra sobre esto a menos que sea una explicación. Es todo.

Es bueno que le diga la verdad.

—Evy... —el apodo resuena pero yo solo veo como Toni se levanta arrastrando a Luis y Mason con él escaleras arriba, pasando junto a mí; Dan se mueve junto con Owen y empiezan a hablar sobre cualquier cosa. Simon se recuesta del sofá y Melody lo imita subiendo sus pies a la mesa fingiendo que le prestan atención a la televisión, Rick junto a ellos sin nada que hacer se une a la conversación de Dan y Owen. Por otro lado Laia corre detrás de Mason y se posiciona a mi lado como si también bajara las escaleras.

Todos se habían movido en cuestión de segundos con tal de parecer desinteresados cuando Eve abrió la puerta dejando a Adrien afuera. Ella nos mira avanzando determinada y sin mirar atrás donde Adrien entraba.

—¿Tienes lo que buscabas? —me pregunta llegando hasta detrás de los que están sentados en el sofá.

—Sí. —respondo terminando de bajar las escaleras junto a Laia. Noto como Adrien se acerca a la isla de mármol y se apoya en ella sin mirar a nadie en especial.

Dos muertes al atardecer ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon