28. El refugio del frío

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(Mil gracias por la espera 💕)

***

Cuando nadie me ve
puedo ser o no ser

Cuando nadie me ve
pongo el mundo al revés

Cuando nadie me ve
no me limita la piel

Cuando nadie me ve
puedo ser o no ser

Cuando nadie me ve.


Un tiempo más tarde

AGONEY

El tiempo corre libremente. Sin embargo, está obligado a dividirse en cuatro estaciones cada año. Unas más frías, otras más calientes.

Y yo creo que a la vida le pasa lo mismo. A veces pasamos por temporadas en las que no podemos evitar sentir frío hagamos lo que hagamos. Y eso nos enseña a valorar bien las veces en las que nuestro cuerpo se llena de calor.

Cuando pienso en el día en el que me fui de Tenerife por última vez, recuerdo que tuve que cerrarme un poco el abrigo para protegerme del frío, aunque en la calle hacía sol.

*

—¿Nombre completo?

—Mario García —sonrío para ocultar la culpabilidad que se refleja en mi cara por estar mintiendo y me repito mentalmente que esto es lo mejor que puedo hacer.

—¿Hablas algún idioma aparte del español? —pregunta el recepcionista con un marcado acento italiano.

—Mmm bueno, en inglés sé hacerme entender —digo algo dudoso, y él asiente poco convencido.

—Ya que vas a tener que compartir habitación, al menos puedo buscarte un compañero español, y así no tendrás problemas con el idioma.

—¡No! —digo casi como acto reflejo, lo que solo consigue que el recepcionista aparte la vista del ordenador y me mire intrigado—. Es que... ya que he venido de erasmus me gustaría aprender el idioma de aquí, ¿sabes? Además voy a estar muy ocupado, no creo que tenga tiempo de hablar mucho con nadie —digo intentando suavizar el tono para que resulte más creíble.

La cara del recepcionista deja claro que mi argumento no lo ha convencido del todo, pero parece que sí lo suficiente, porque tras una última mirada confusa, vuelve a centrar su atención en la pantalla. Suspiro aliviado. Si me pusiera con un compañero de cuarto español, habría más probabilidades de que me reconociera y se liara otra vez, y no puedo permitírmelo.

—Mira —dice tecleando algo nuevo— tenemos una cama libre en la habitación de un chico de aquí de Italia que está estudiando traducción, y por lo que sé domina bastante bien el español, por si acaso al final tienes algún rato libre para hablar —añade mientras me dedica una sonrisa satisfecha.

Por un momento intento hacer un repaso mental de mis opciones, pero teniendo en cuenta que no tengo ningún otro plan, tomo una respiración profunda, y con una sonrisa acepto las llaves del que será mi nuevo refugio durante las próximas semanas, o tal vez meses.

Un mes después

—Agoney.

Una voz que conozco muy bien se cuela entre los murmullos de la multitud cortándolos en seco y sumiendo la situación en un silencio muy incómodo.

Sing with me | RagoneyWhere stories live. Discover now