16. Condiciones

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AGONEY

—El tronco, amor, imagínate que hace una onda –repite Mimi de nuevo. Se nota que ya no sabe ni cómo explicármelo. Me siento mal, si es que no me va a salir. Ya sabía yo que bailar no era lo mío.

Vuelvo a intentarlo.

—Desisto –suelto frustrado quitando mis manos de sus caderas. El paso es lo más sencillo del mundo. Me tengo que colocar detrás de ella y dejar que mi cuerpo siga su movimiento. Como una onda. Pero no. Mi cuerpo no parece querer responder a las órdenes que le mando. Mimi dice que es porque no me suelto, pero es normal, si no me sale, obviamente no me siento cómodo y la cosa sale peor.

Mimi se da la vuelta, pasa las manos por encima de mis hombros y las junta detrás de mi cabeza.

—Agorey, sabes perfectamente que no vas a dejar de intentarlo, y sabes que al final te va a salir –se acerca, me deja un beso en la nariz y sonriendo se aparta con la mirada fija en un punto detrás mío– ¡Pero a quién tenemos aquí! –dice corriendo hacia la persona que acaba de llegar.

—¡Mimi, que nos matamos! –y su risa.

Sonrío antes incluso de darme la vuelta y verle. Me dan ganas de correr hacia él a mí también, pero me contengo. Miro como se intenta deshacer del abrazo demasiado fuerte que le está dando Mimi y no puedo evitar reír por lo bajo. Es una imagen super tierna. Al fin la chica le suelta y él vuelve a estar libre. Levanta la vista, me mira y sonríe.

—Hola –le digo a Raoul levantando levemente una mano a modo de saludo.

—¿Ha venido Ana? –creo oír que pregunta Mimi.

—Hola –dice él sonriente sin separar la vista de mí.

—Hola, chicos. ¿Qué tal, todo bien? Me alegro –dice Mimi frustrada– Preguntaba que si ha venido ya Ana, ya sabéis, esa chica morena, majísima...

—Ay sí, perdona, ya está aquí, ha llegado a la vez que yo –responde Raoul ligeramente ruborizado por no haberle escuchado antes.

Mimi sonríe y va hacia la puerta, pero antes de salir, se gira hacia mí.

—Agoney, no creas que te vas a librar, este paso te va a acabar saliendo, lo sé. Voy a saludar un momento a Ana y vengo para practicar un poco más. Porque sigues queriendo bailar en el concierto de mañana, ¿no?

Raoul me mira sorprendido y yo me pongo más nervioso. Pero sí, quiero hacerlo. Me hace mucha ilusión bailar. Aunque si voy a hacer el ridículo, pues no, claro.

—Sí, sí que quiero. Aunque ya veremos cómo voy mañana con el paso porque si no me sale aún...

—Te saldrá –dice Mimi con seguridad, se gira hacia Raoul. Oh, miedo– Raoul, cariño, ¿puedes ayudarle ahora mientras voy a saludar a Ana? A ver si a tí te hace caso –ríe y, finalmente, sale por la puerta.
En cuanto se va, vuelvo a centrar mi atención en el rubio.

—¿Qué tal el viaje? –pregunto.

—No intentes cambiar de tema, Mickey, ya has oído a Mimi, a bailar. Enséñame cómo es ese paso imposible –ríe.

Le miro y me voy acercando mientras noto cómo mi sonrisa se va ensanchando.

—¿Me has llamado... Mickey? –ríe mientras asiente– ¿entonces tú qué eres?, ¿un lobito? –río parándome justo delante de él con los brazos cruzados.

—Exacto –dice orgulloso– me gusta ese nombre –dice pensativo.

—Lobito –repito saboreando la palabra en mi boca, sonrío– no está mal. Aunque nunca superará a Mickey –digo fingiendo indiferencia.

Sing with me | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora