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— Escuché que Jeon Jungkook enfermó por darle el culo a cualquiera... —susurró hacia su amiga la chica sentada frente a él. Y luego ambas voltearon a verle "disimuladamente".

Jungkook suspiró, bastante cansado.

Apenas iba por la mitad de su segunda clase y ya había perdido la cuenta de cuántas veces habían susurrado su nombre con información falsa como detalle extra.

Esta vez decidió quedarse callado y dejar las respuestas ingeniosas para después. Tenía un límite, tenía un corazóncito y sentimientos que no estaban siendo tomados en cuenta por personas que ni lo conocían. Pero bueno, el mundo estaba lleno de mucha gente idiota y él lo sabía. Podía superarlo.

Pero aún así su rostro reflejaba que si le ponían un puente frente a sus ojos, saltaría sin dudarlo. La mala fama era difícil.

Una mano sobre sus cabellos lo sacó de sus pensamientos suicidas.

Alzó la mirada, desorientado y confundido. Entonces sus ojos desorbitados parecían estar a nada de salirse y rodar por el suelo, cuando encontraron unos color miel que brillaban con un atrevimiento que no se encontraba en nadie más, sólo en Park Jimin, que era quién lo miraba de regreso tan intensamente.

Parpadeó como tonto, pensando que alucinaba.

Una vez que ya había conseguido su atención, Jimin sacó la mano de sus cabellos y la pasó por los suyos propios, peinándolos hacia atrás a la vez que despacio, aparecía una sonrisa descarada cargada de sensualidad y malicia, en esos labios gruesos y esponjosos que eran lo más cercano al cielo seguramente.

— ¿Eres el chico que babea mucho, verdad? — ladeó la cabeza el rubio. Y fue como un movimiento hipnotizador.

Tenía una esencia naturalmente sexy. Era todo un seductor.

Esa forma en la que te miraba y sonreía, como se acercaba atrevidamente. Cada contacto que hacía. 

Podía ser todo un seductor si le daba la gana. Eso había dicho Yoongi.

También podía ser muchas otras cosas, como muy arrogante, muy odioso y también el hijo de puta de esa mañana. Pero seductor era su parte favorita de Jimin, así lo había decidido Jungkook.

— Soy Jungkook, de hecho. Jeon Jungkook. — intentó recuperarse y actuar normal, aunque sus ojos brillaran ante la maravilla más grande de todas.

Decidió poner en marcha sus ya conocidas jugadas. ¡Por Dios! Él era Jeon Jungkook, el maldito Jeon Jungkook que metía en su cama al que quisiera con sólo sonreír. No podía quedarse sin palabras ante ningún chico.

— ¿Y tú quién eres, nene? — ladeó una sonrisa, sin quedarse atrás con el descaro. Se dejó a sí mismo estudiar a Jimin con sus ojos, lo que fue una experiencia placentera.

Sí, definitivamente él podría gobernar el mundo con esas piernas. Jungkook se lamió los labios al detenerse unos segundos en esos fuertes muslos.

Jimin no se incomodó por su mirada. Más bien su sonrisa parecía ganar más diversión.

— Todos me conocen. — respondió sin más, afirmándolo de manera juguetona —. Sé que tú también.

Jungkook levantó las cejas con coquetería.

Una gran tensión subió entre ambos. Sus miradas fijas conectadas a la contraria en todo momento.

— ¿Ah, si?

— Es un hecho, cariño. — Jimin le guiñó un ojo. Luego, se inclinó hacia adelante y le sonrió desde cerca —. Gracias. —le susurró al arrebatar de sus manos el lápiz de Jeon —. No traje uno.

Se alejó tan rápido como se acercó. Jungkook se encontró con que su respiración era dificultosa.

— Es el único que traje yo... —mencionó, pero Jimin ya se alejaba.

— Pues te jodes, rarito. — se rio burlón, sin piedad. Jungkook por poco olvidaba que algo se había zafado en esa cabecita.

— Vaya, Jimin para presidente. — susurró mientras sonreía como idiota enamorado.

Entonces el rubio se volteó a verlo una vez más.

Jungkook quedó helado, pensando que había alcanzado a escuchar su comentario.

Pero todo pensamiento parecido a ese se borró cuando Jimin miró hacia las chicas que hace un rato estaban hablando cosas de él, señalándolas con la cabeza.

— Lo importante es que hablen, sea bien o mal. Que no lo hicieran sería lo terrible. — guiñó un ojo una vez más, jugando con el lápiz que tenía en su mano. 

— ¡Jimin, vamos antes de que llegue el profesor! — se quejó Hoseok, tomándolo del brazo.

Jungkook lo miró con los ojos muy abiertos.

¿Hoseok había estado ahí todo el tiempo?

Ah, era la magia negra de Jimin.

— ¡Bien, ahora sí estamos todo! —alzó la voz el profesor cuando entró, arrastrando de la mochila a un Taehyung derrotado. Otra vez intentando escaparse de la escuela, huh.

— Yo a ese señor lo tengo comiendo de mi mano, como a todos. — susurró Jimin hacia Hoseok.

— Park y Jung. ¿Qué hacen por allá? Sus asientos están al otro lado del salón. ¿Me explican cómo llegaron hasta ahí? — arqueó una ceja el hombre que estaba en sus treinta y siete años.

Taehyung abrió los ojos con exageración al ver a su crush parado junto a su mejor amigo. Enrojeció como nunca, le encantaba ese chico.

Pero su emoción no duró mucho al ver como el chico parado junto a su crush lo miraba, de una manera fija, intensa y seria. ¡Hoseok! Ese era su nombre, creía Taehyung. Llevaba años escolares mirándolo de esa manera rara. Era algo extraño.

— Ay, profe. Caminando. — Jimin hizo un puchero a la vez que batía sus pestañas —. Pero si quiere más detalles, es que a nuestro amigo aquí, le dolía mucho la rodilla y queríamos ver si necesitaba nuestra ayuda en algo.

— Oh, siempre tan... Buen compañero.

— Sí, señor. — le sonrió con fingida inocencia, en un tono de voz tierno que era falso también.

— Vayan a sentarse. — le sonrió de regreso él, para luego mirar hacia Jungkook a la vez que dejaba ir a Taehyung —. ¿Todo bien, chico?

— Sí. Ahora sí. — respondió Jungkook distraídamente mientras miraba a Jimin mirar mal al profesor ahora que no tenía su atención, rodando los ojos para después tomar a Hoseok del brazo y arrastrarlo con él hacia el otro lado del salón.

— ¡¿Estabas hablando con mi crush?! —susurró/gritó Taehyung al tirarse en el asiento junto a él. Se veía emocionado y fresco, como renovado.

— ¡No me digas! ¿En serio es él? — lo miró Jungkook con gran sorpresa.

— Sí, sí... Es él. — Taehyung se encogió en su lugar con las mejillas enrojecidas.

— A mí me gusta su amigo. Nos vamos a casar. ¡Hace magia negra! —chilló Kook.

— Con que magia negra, huh. Ya se me hacía raro ese tipo. — Taehyung miró hacia el grupo de amigos que reía sin prestarle atención al profesor, haciendo una mueca. Jimin dibujaba algo en la cara de un chico que se había quedado dormido.

Taehyung y Jungkook suspiraron al mismo tiempo. Era tan tierno.

— Está mal de la cabeza pero es encantador. — se desmoronó Jeon por aquel chico rubio.

Taehyung no podía creer que a Jungkook la gustara Hoseok y Jungkook no podía creer que a Taehyung le gustara Hoseok.

Sus ángeles de la guarda, seguramente observándolos desde alguna parte, se golpeaban la frente con la palma de la mano debido a la decepción.

A los dos idiotas les gustaba el mismo chico. 

(...)

Mala fama 評判: KOOKMIN AUWo Geschichten leben. Entdecke jetzt