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La semana de exámenes pasó demasiado rápido, me enfoqué en estudiar el mayor tiempo posible para mantener mi cerebro ocupado. Aun así dolía verla caminar con sus amigas en los pasillos, evitaba tener cualquier tipo de contacto conmigo y hacía de cuenta que no existía en su vida.


Aunque no la culpo después de todo.


Sus sonrisas y abrazos ya no eran para mí, sino para Lee TaeYong. Los veía todo el tiempo juntos en los descansos, con el grupo de amigos de Lee. Cuando su mirada se conectaba con la mía la desviaba al milisegundo, pero yo la seguía observando.


Aunque al principio me negaba a admitirlo, me sentía triste por no tenerla a mi lado.

En estos momentos me encontraba boca arriba en mi cama, los exámenes habían llegado a su fin dando paso a las tan esperadas vacaciones. Volteé hacia mi lado derecho encontrándome con el volante que me habían entregado hace unas horas. Era la invitación para la tan ansiada fiesta, sería dentro de una semana y estaba debatiéndome en si asistir o no.


Conociendo a JiMin, me arrastraría para allá en caso de negarme a ir.

Con respecto a EunHa, se había vuelto un dolor de cabeza al estar a mi lado todos los días para que la ayudara en todo: bajar escaleras, trasladarla a la cafetería e incluso llevar sus cosas. Me había convertido en su esclavo.


El timbre de la casa sonó devolviéndome a la realidad, estaba solo en casa ya que mamá había salido con JungIn.

Al abrir la puerta me extrañó no ver a nadie, volteé hacia ambos lados encontrándome con la nada hasta que di con un sobre en el suelo. Con cautela lo toqué para asegurarme que no era algo con vida, típicas bromas que me hacía JiMin.


Lo tomé entre mis manos al asegurarme que no era lo que pensaba y cerré la puerta a mis espaldas, me senté en uno de los sillones disponiéndome a verificar el contenido.

Mi expresión pasó a una de estupefacción al ver el fajo de billetes, lo dejé a un lado al encontrar una hoja de papel doblada por la mitad.


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Hola JungKook, seguramente te resultará extraño recibir dinero al pie de tu puerta, pero prefería evitar la incomodidad de presentarme a entregarte esto en persona.

Como se les informó a todos, la actividad era para recaudar fondos destinados para la fiesta.

Sin embargo, no fue así.

El único fin de ello era ayudarte a ti y a Jae, en la operación que con tanta urgencia necesita. No quería que te enteraras en un principio porque sabía que ibas a negarte rotundamente.

Espero que con esta cantidad logren cubrir los gastos de la operación, y quiero que sepas que lo hice con la mejor intención del mundo. Aunque las cosas entre nosotros no estén bien, tienes todo mi apoyo y estaré ahí si me necesitan.

Siento todo lo que ha pasado, creo al final he podido entenderte ya que el amor ciega a las personas.

Envíale mis saludos a Jae y JungIn por favor, y que todo salga bien de ahora en adelante.

Atentamente, Kwan HanSeul.

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Dejé aquel trozo de papel a un lado con miles de emociones a flor de piel. HanSeul había hecho todo eso por mí, por mi familia, y yo la traté fatal. 

Mi celular resonó en el bolsillo de mi pantalón anunciando un nuevo mensaje, este era de un número desconocido.


"La verdad".

Eso decía el primer mensaje y luego de unos segundos apareció un video, lo reproduje. En él aparecían EunHa y HanSeul en uno de los pasillos de la universidad. A medida que los minutos pasaban, mi furia iba en aumento.


EunHa me había mentido, todo fue una maldita mentira.

Incluso se veía claramente cómo caminaba normalmente sin las muletas, confesando que todo había sido parte de su juego para que me alejara de HanSeul.

— ¡Mierda! —Exclamé dejando el aparato a un lado.

En mi cabeza se repetían una y otra vez las dos ocasiones en las que no quise escucharla, en donde la humillé y ofendí. 


Tocaron el timbre y me levanté de inmediato, con la esperanza de que fuera HanSeul quien estuviera detrás de la puerta. Le pediría perdón de rodillas si es necesario.


Pero no, eran seis chicos los que se encontraban frente a mí.

— ¡Sorpresa! —Dijeron al unísono. Sin embargo, borraron sus sonrisas al notar mi estado deplorable.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué estás llorando? —JiMin se acercó a mí con preocupación. Toqué mis mejillas y era cierto, estaba llorando.


Aunque no estaba seguro si las lágrimas eran por la tristeza, impotencia o furia. Tal vez todas esas emociones juntas.

— La perdí —Susurré con la voz rota, era inusual para ellos verme así—, en verdad la perdí.

Solté un sollozo sin poder evitarlo, me sentía el hombre más miserable del mundo.

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El Príncipe y la Rana » jjk ✔️Where stories live. Discover now