Recuerdos

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Capítulo 37

Estoy sentado en el piso de la sala de mi departamento. Pienso en Evangeline, en Chantal. ¿Quién es la frágil?, Evangeline es sumamente objetiva, con una meta que ha trazado toda su vida, se ha imaginado como una mujer exitosa, tal vez no bella pero si muy inteligente y astuta. En cambio Chantal es débil, muy débil y no nos damos cuenta de eso, a veces pienso que sólo estoy con ella por lástima, pero verdaderamente la quiero y siento la necesidad de protegerla de ella misma, no se lo que esconde ni mucho menos se sí cuando lo sepa me vaya a afectar. Espero que no. Se tan poco de ella y ella tan poco de mi, pero los dos estamos cortados con la misma tijera, yo no estoy tan dañado pero siento que puedo ayudar.-¿Pero en que estoy pensando?.- ni siquiera yo mismo se nada de mi mismo. No recuerdo la última vez que estuve con mis padres, pero si me esfuerzo tal vez recuerde un poco.

Sierro fuertemente mis ojos y me traslado en la última vez que estuve con mis padres en una habitación juntos. ¡Claro, cuando me fui de su casa!

-Hijo, puedes regresar cuando quieras.- mi madre me decía secándose unas lágrimas que corrían por sus ojos.

En ese entonces no pensaba que mi madre llegara a tener una enfermedad tan espantosa. Era apenas un chico egoísta, altanero y que pensaba que podía comerse la vida de un bocado, y que sus "papis" siempre iban a estar ahí para resolver sus pendejadas. Y lo sigo siendo sólo que ahora alcanzo a comprender un poco la factura que la vida me esta cobrando, y que me cobrara.

-Hijo.- mi madre volvió a susurrar.-te pido... Te ruego que consideres las cosas.

Mi madre me decía mientras yo ponía mi ropa en mis maletas. Recuerdo que tenía la mira muy fría y llena de indiferencia a los sentimientos de mis padres.

-¡Angélica!, ¿puedes calmarte?.- mi padre le dijo con los dientes entrecerrados.

Mi padre es un hombre frío, incapaz de mostrar sus sentimientos. Recuerdo que esa vez ,lo vi tan vulnerable, tan frágil, no recordé haberlo visto así antes. Pero yo seguía haciendo mis maletas y aventaba mi ropa de una forma despreciable y rencorosa.

-¡Es mi hijo, Eliseo!.- le gritó a mi padre con lágrimas en los ojos.

-¡Joder, el quiere largarse!.- sacudió a mi madre por los hombros.

-Mi niño.- mi madre me susurró abrazándome por la espalda.- Existen varias universidades aquí, no hay necesidad de que te vayas.

La voz de mi madre era débil y las lágrimas le dificultaban hablar, cualquiera diría que me fui buscando mejores opciones, pero no realmente me fui porque quiera hacerlos sufrir, quería verlos humillados, quería que me rogarán, quería que vieran que era superior a ellos. Todavía puedo ver a Valeria. Mi hermana. Recargada sobre uno de los pilares de mi habitación, me reprochaba con la mirada y meneando la cabeza, cuando intervino pareció como si todo hubiese cobrado sentido.

-Vamos, madre. Tu hijo necesita estar sólo. Tu hijo necesita hundirse en toda su mierda para recapacitar.- le dijo a mi madre mientras secaba sus lágrimas.

La abrazo con tanta fuerza que cuando yo salí con todas mis maletas de mi habitación impidió que saliera corriendo por mi. No olvide nada, estaba decidido a nunca volver a verlos, estaba decidido a olvidarlos he iniciar una vida sólo. El taxi me estaba esperando en la entrada de la mansión, aún recuerdo las palabras de mi padre.

-Jamás pensé decir esto, pero... Con todo el dolor de mi corazón tengo que dejarte ir, y sólo quiero que sepas que todos necesitamos de todos.

Y es verdad, no fui capaz de mantenerme por mi mismo. Quincenal y puntualmente recibía una jugosa cantidad de dinero en mi cuenta bancaria, unos cuantos dirían que fueron unos padres estúpidos por darme todo cuando yo no daba nada, y eso sin contar que ellos compraron este maldito departamento para que su "bebé" pudiera estar en un lugar seguro, y no olvidemos las motos, y toda la jodida mierda que me gusta.

"La amiga fea"Where stories live. Discover now