12: Mejilla ardiente

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—No quiero ser como vosotros. Quiero ser libre, tener otras oportunidades— le miré fijamente tragando saliva—Quiero volver a tocar el piano, quiero estudiar música.

Desde que vi a Kyouka por primera vez la música cambió mi forma de ver las cosas. Recordaba su pelo moviéndose, sus ojos brillar y finas gotas de sudor cayendo por su rostro.

Mi padre soltó una carcajada, una carcajada desagradable y sarcástica.

—Debes estar bromeando, Momo.

—No bromeo, papá ¿Nunca te has preguntado si todos estos años he sido feliz?

—Momo, tienes de todo. Dinero, ropa, amigas, una mansión...¿Qué más quieres?

—¡No es eso papá!

Sus facciones cambiaron, parecía enfadado pero a la vez disgustado, como si en el fondo le preocupara mi estado. Él suspiró, cerró los ojos y volvió a mirarme.

—Los Yaoyorozu somos perfectos ¿Lo entiendes?— me miró fijamente— No tienes derecho a pringar a esta familia con tus aspiraciones absurdas y tus inseguridades.

Aquellas palabras me dolieron más de lo que pude imaginar en ese momento. Solo necesitaba un abrazo, necesitaba llorar.

—Ojalá no ser una Yaoyorozu.

Dije esas palabras sin pensarlo demasiado. Siempre había sido la hija perfecta, la hija que amaba a sus padres y seguía todas sus decisiones. Siempre había sido la hija de una familia rica.

En ese momento, no vi venir la mano de mi padre impactar sobre mí mejilla. Me había quedado inmóvil, sentía como mi mejilla ardía y como las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos.

—Vete a tu cuarto.

Quería gritar, quería contestarle pero no pude. Solo asentí y subí las escaleras tirándome sobre la cama. Lloré, no sé cuánto tiempo, pero el necesario para que mi madre viniera a ver cómo estaba.

—Momo...

Ni siquiera la miré, solo mantenía mi cabeza escondida en la almohada. Noté como ella se sentó a mi lado y acarició mi espalda suavemente, como hacia cuando era pequeña.

—Tu padre está arrepentido—suspiró—Él solo quiere lo mejor para ti.

—Lo que él quiere no es lo mejor para mí, mamá. Estoy harta. Todos me juzgan.

Decidí recomponerme para poder mirarla. Ella me miró entristecida. Su cabello negro caía por su espalda y sus ojos grisáceos me miraban con angustia.

—Le costará aceptar tu decisión, pero lo conseguiremos ¿De acuerdo?—la miré—Ahora, tu solo sigue con tus estudios, y cuando los acabes decidirás que hacer cariño. Yo te apoyaré—noté como algunas lágrimas caían de sus ojos—Siento haberte presionado estos años, lo siento, lo siento...

—Mamá...

—¿Sabes? Cuando era joven yo estaba dentro de un grupo de música—rió—Solo fue un tiempo, ya que tuve que dejarlo, pero ese tiempo fue muy especial para mí.

La miré sorprendida sin poder evitar abrazarla con todas mis fuerzas sin poder contener las lágrimas. Sus palabras me habían ayudado más de lo que ella pensaba. Necesitaba su apoyo y ella me lo había dado.

—Yo tampoco soy perfecta. Ya sabes que soy muy despistada, suelo confundir las cosas muchas veces al cocinar, por ejemplo.

Yo le sonreí. Desde pequeña la había admirado mucho como mujer y sabía que no me había equivocado.

—Tengo algo para ti.

—¿Uh?

Ella alargó su mano hacia su bolsillo y sacó un papel arrugado, me lo entregó, parecía una partitura.

—Es la partitura que me pediste que te dejara tocar aquel día. Te la dejaste en el piano uno de los días que tocaste. Supongo que pensaste que no estaba en casa, pero te escuché—me sonrió—No la pierdas, no sé quién te la dio pero es preciosa. No cabe duda de que es tu partitura.

Volví a abrazarla, estuvimos unos minutos más hasta que ella se separó, necesitaba estar sola. Vi como se iba, para coger mi teléfono.

Kyouka

Gracias por lo de hoy YaoMomo. Me preguntaba si quisieras venir el lunes a la tienda antes del concierto en el festival.

Momo

Claro, Kyouka ¡Gracias a ti!

Kyouka

Qué pases una buena noche <3

Suspiré dejando el móvil sobre mí mesita de noche.

Ese emoticono de corazón fue lo que me dejó dormir aquel día. Tal vez podría dejar de tener pesadillas y recuperar mi confianza con Kyouka a mi lado, tal vez, podría ser feliz de nuevo, como cuando era pequeña.

Aunque muy en el fondo sentía que estaba siendo una niña egoísta e ilusa.

Aunque muy en el fondo sentía que estaba siendo una niña egoísta e ilusa

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Tu partitura | MomoJirouWhere stories live. Discover now