XIV - Ave sin Alas

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Es abrumador lo rápido que cambian las cosas, de una forma tan inesperada que no te da el tiempo de reaccionar. Te paraliza y te vuelve vulnerable por qué mientras tu mente asimila lo que ven tus ojos el mundo sigue girando, las personas se mueven y las horas pasan. Nadie se detendrá, aunque sea un solo segundo para espérate.

Por eso, sin importar cuan difícil sea tienes que tener la fuerza para levantarte.

Incluso cuando tú conciencia te abandona.

Eran lapsos cortos dónde recuperaba sus sentidos, el tiempo que lograba mantener los ojos abiertos.

Había visto solo por unos segundos, la alfombra oscura del piso de un vehiculo que se convirtió después en pavimento. Al levantar la cabeza, todo lo que fue capaz, veía cada vez más cerca la compuerta de un avión.

Antes de que volviera la oscuridad.

Fue después, una voz amenazante la que lo trajo de vuelta, pero no por mucho tiempo. Una vez más tubo la oportunidad de ver, en esa ocasión la espalda de Slide quien daba órdenes a los asesinos de la liga para aterrizar.

No te desmayes. Se dijo.

Cuando lo subieron al helicóptero su cabeza aún se sentía pesada y ahora percibia el sabor de la sangre en su boca. Lo único que podía hacer era imaginarse lo lamentable que era su imágen y preguntarse a dónde era que lo habían llevado. O si su familia estaba bien.

No había escuchado la voz de Talia durante su traslado, y eso lo extrañaba. Ella debía de estar en el juzgado cuando el caos comenzó, de ser así su padre estaría interrogandola en la baticueva, aunque también estaba la posibilidad de que hubiera escapado. De ser el caso ¿Dónde estaba?

Abrío sus ojos lentamente y miró al hombre frente a él, Deathstroke lo miraba de vuelta. Y ese brillo de odio aún estaba presente en él.

– ¿Tuviste dulces sueños?

Se acomodo mejor sobre la pared, soltando quejidos por el dolor en su espalda y cuello.

– Parece que no.

– ¿Por qué los ayudas? – Logro articular – ¿Por qué siquiera mi abuelo te deja seguir con vida?

– No es por gusto, te lo aseguro.

– Deje la liga Wilson, tenías el camino libre para tomar el control.

– Oh niño, no lo entiendes ¿Verdad? – Slide se retiró la máscara – ¿Crees que es tan facil? Simplemente decides irte y es el final.

Damián levantó el rostro retomando su postura orgullosa pero sin contestar.

– Nunca te dejarán ir. No a mí y mucho menos a ti.

– No pueden obligarme a quedarme.

– Claro que pueden, lo sabes.

Damián miró a Slide dedicándole toda la frustración que sentía en ese momento, la impotencia, resistiéndose a la idea de que él tenía razón.

– No tiene que ser así – Intento – Ayúdame, apoyaré tu reclamo por el liderazgo y nadie podrá cuestionarlo.

– ... – El no lo miro de vuelta, observo el paisaje ignorando el irritante sonido de las hélices girando.

– Puede fun...

Una patada en el rostro.

El cruel recordatorio de que la persona con la que hablaba no era su aliado, de que estaba atrapado y por mucho que le costará admitirlo, estaba asustado.

Pequeño Demonio ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora