Pequeño Demonio ★

Especial: Enseñame A Amarte

La primera vez que tuve ese espontáneo impulso de querer tomar la mano de un chico, me sentí asustado, confundido y enojado.

Me asustaba no saber que era lo que pasaba conmigo, y esa falta de conocimiento me frustraba.

Estaba confundido, en ese momento todo paso muy rápido y antes de que me diera cuenta ya había levantado mi mano como si un imán la atrajera hacia la ajena. Me detuve antes de que se notarán mis intenciones.

Eso no cambiaba el hecho de que quería hacerlo, quería descubrir lo agradable que era su piel bajo mi toque.

Y estaba enojado, por qué nunca antes había tenido tan poco control sobre mi mismo y por qué de todas las personas que hay en el mundo ¿Por qué ese chico tenía que ser el fastidioso bebé llorón de Jonathan Kent?

No lo comprendía.

Nunca me enseñaron a comprenderlo.

En aquellos días, desquite todos esos sentimientos negativos con el que a mí parecer era culpable.

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La lluvia había dejado de caer en Metrópolis, ambos niños se encontraba en el parque de la ciudad, habían detenido el robó a un banco que se encontraba justo frente a ese lugar. El público y los reporteros ya habían dejado la escena, las calles estaban solas, la lluvia había orillado a las personas a refugiarse en sus hogares, después de todo casi nunca verías un clima así en Metrópolis.

– ¡Lo hicimos! – Grito Superboy con el puño al aire, otra misión exitosa de los supersons.

Y en su emoción, intento envolver en una abrazo de victoria a su compañero, terminando con la cabeza  en un charco de barro.

– No me toques – Aún mantenía la pierna en alto la misma que utilizo para derribar al menor, había sido un reflejo al sentirse invadido. Incluso si ahora se arrepentía ya no había nada que pudiera hacer al respecto, él, el nieto de Ra's Al Ghul nunca se rebajaría a pedirle disculpas a nadie.

Los ojos de Superboy brillaron al rojo vivo y dispararon en su dirección, él logro esquivarlo con dificultad.

– Oh, no quisiste hacer eso – Damián lo miro amenazante.

– ¡Eres un cretino!

– Deja de gritar, no soporto tus lloriqueos de bebé.

John tomo entre sus manos una bola de lodo y la lanzo al rostro de su compañero, que para sorpresa de ambos, no logro esquivar.

Permanecieron estáticos hasta que Damián llevo una de sus manos para remover su antifaz y poder mirar a John.

– Estás muerto.

Damián se abalanzó sobre Jhon y ambos rodaron sobre el barro, intercambiaron una serie de golpes pero todos fueron esquivados por el otro.

John intentaba inmovilizar a Damián, el sabía que el mayor no tenía posibilidad contra el en una lucha cuerpo a cuerpo y estaba conteniendoce.

– ¿Que pasa contigo hoy? – John estaba encima de Damián sujetando sus manos a los costados de su cabeza, y eso no hizo más que aumentar la furia de Robin.

Se retorció y gruño intentando soltarse, sin tener éxito. Pequeñas gotas comenzaron a caer, la lluvia había vuelto con mayor intensidad que antes y con un último grito de frustración Damián se dejó caer en el barro.

Observo el cielo gris mientras el frío cubría su cuerpo, seguramente John ni siquiatra era consiente de que la temperatura había bajado. Aunque tuviera la sensibilidad de una persona normal, toda su atencion estaba sobre el chico debajo de él al que aún sostenía temiendo que en cuanto lo soltará y tuviera la oportunidad, lo atacaría.