Capítulo XIV: Un sacrificio doloroso

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Reino de Arthegón

23 de diciembre de 1945

Un dolor sordo en mi cuerpo es lo primero que siento incluso antes de despertar por completo, abro mis ojos lentamente, veo que estoy en la habitación que el señor Colín me había dado días antes. Siento una mano pequeña sobre la mía, volteo mi cuello con lentitud para ver la cabellera dorada de mi pequeño hermano; se había quedado dormido seguramente cuidándome toda la noche. Con la poca fuerza que tengo logro recostarlo en la cama, él ni siquiera siente cuando lo muevo, seguramente está muy cansado; los recuerdos del día anterior me golpean con fuerza, me imagino a mi pequeño hermano preocupado por mi desaparición ¿Cómo pude ser tan insensible y egoísta? Deje que mis emociones me controlaran, eso es un lujo que yo no puedo darme. La culpabilidad de haberlo preocupado cae en mis hombros; como si necesitara más culpabilidad en estos momentos, suficiente tengo con lo de ayer. Con cuidado me levanto de la cama, mi vestido está seco en una silla, me lo coloco rápidamente y bajo las escaleras, la pequeña casa está vacía y libre del sonido de las manijas del reloj moverse, todo es silencio, no soy muy fanática del silencio, no por lo menos de esta clase de silencio; pareciera que estos fuesen los cinco minutos de silencio antes del caos, como el agónico último suspiro de la paz. Salgo con un nerviosismo extraño, como si algo dentro de mi estuviese en alerta, exactamente la misma sensación que tuve aquella vez que salí de mi casa en Polonia, esa sensación de una despedida forzada y malestar, es difícil interpretar ese presentimiento, pero de lo único que soy consciente es que; no puede ser nada bueno. Veo a la pequeña comunidad activa, como si yo fuese la única que siento esa aura oscura ¿Acaso soy la única consciente de la densidad del aire? Tal pareciera que así es; nadie parece afectado o preocupado por nada, decido ignorar esa sensación por el momento, rápidamente me acerco a la cocina, tengo mucha hambre, la esposa del señor Colín me sirve un delicioso plato de avena caliente con un toque de canela.

El desayuno se sirve en un enorme comedor al aire libre, las mesas largas y cuadradas se extienden a casi dos metros, son casi quince hileras de mesas colocadas cerca la una de la otra, todas con unos preciosos tallados a mano y las sillas de madera pequeñas con tallados de formas de hadas en las patas, arriba del comedor se extiende una red verdosa de planta enredadera con flores lilas que adorna un tejado de manera en mosaico que permite que el sol se filtre por los hoyos en forma de rombos, el césped está adornado de pequeñas flores color lila, las mesas tienen una fina cristalería de platos y vasos, además de cucharas y tenedores tan dorados como el oro, pero sin duda la parte más hermosa del comedor y mi momento favorito es en la noche; las flores lilas que tienen las plantas enredaderas —que mediante el día se mantienen cerradas— abren sus grandes pétalos mostrando un centro luminoso que adorna el techo con luces moradas potentes y las pequeñas luces en el césped también se encienden iluminando todo el comedor con luz natural. Por supuesto que deguste mi desayuno en soledad ya que la hora del desayuno ya ha concluido.

Me acerco a Phaos, él está recostado cómodamente a la orilla del lago, parece aburrido y parpadea lentamente, como si el aburrimiento lo obligase a cerrar los ojos y seguir durmiendo. Yo me acerco a él y me siento a su lado sin saber que decir, estoy demasiado avergonzada con él y con el capitán. Ellos habían ido a buscarme y ellos me habían visto en mi momento de debilidad, detesto de sobremanera que ambos hayan presenciado mi debilidad de ayer, hubiera sido más fácil si yo hubiese regresado por mi cuenta, así nadie hubiese sabido la verdadera razón por la que escape, pero como siempre las cosas nunca salen como quiero.

—No debe avergonzarse conmigo Lady Eliana. —escucho la voz de Phaos en mi mente. Mis mejillas se sonrojan fuertemente; había olvidado el pequeño detalle de Phaos; sus poderes de leer mis pensamientos. Volteo a verlo lentamente con toda la vergüenza del mundo.

La Princesa del Reino PerdidoWhere stories live. Discover now