Capítulo XXXVII: La victoria

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Andrew

El espíritu del inframundo me guía hacia una luz roja en medio de la nada, solamente puedo ver el césped interminable y el firmamento nocturno plagado de estrellas fugaces. Si la princesa Eliana estuviera aquí, seguramente estaría perdida mirando el cielo, seguramente le gustaría este lugar, una pequeña sonrisa se acomoda en mis labios; por alguna extraña razón, pensar en ella me hace sentir paz. Cada vez que nos acercamos más, mi cuerpo se siente extraño, como un calor increíblemente intenso que se incrementa con cada paso que damos hacia la luz. Cuando finalmente estamos a unos pasos de ella, puedo ver como todo se transforma lentamente, materializándose en un enorme árbol de hojas de un color negro tornasol, pero en medio del enorme tronco se abre una puerta circular y en el interior de esta se encuentra la luz roja brillando intensamente. Yo le miro con inseguridad. Él me sonríe con tranquilidad y me invita a entrar en el enorme tronco del árbol.

—Entiendo que te sientas inseguro, pero es tu destino. Naciste para este momento Andrew. —me dice, yo siento lentamente.

Con pasos lentos me acerco a la luz en el interior del tronco, veo como las pareces parecen salpicadas de luces pequeñas doradas que resaltan en la oscuridad de las paredes, el aire se siente más cálido. La luz parece ondear alegremente con mi presencia. Mis manos buscan el contacto con la luz, al hacerlo mis ojos se cierran involuntariamente. Siento un extraño calor comenzar a recorrer mis venas, subiendo y apoderándose de mi cuerpo. Lo siguiente que siento es como mi mente se vuelve cada vez menos lucida hasta perder el conocimiento.

Scarlett

Me siento intranquila, el capitán lleva unos quince minutos allí adentro, la puerta se cerró al instante que el ingreso y no hemos tenido suerte intentando abrirla. A la lejanía se escuchan los gritos de los guerreros. Me enoja que al final; el esfuerzo que hicimos fue en vano; no fuimos rivales para ellos y lo peor; no fui capaz de salvar a mi madre, los demás tuvieron que quedarse y sacrificar sus vidas para que nosotros tres pudiéramos vivir. Lo único que me hace sentir más tranquila es que Eliana y George pudieron salir antes de que la guerra comenzara. Conozco a Cailyn de mucho tiempo atrás y tengo la certeza de que ella cuidara bien de ellos, no es la persona más buena del mundo, pero lo que sí puedo asegurar es que es la persona más leal que conozco y desde que Eliana la salvo en Dhaos, su lealtad es hacia ella, también sé que le tiene aprecio a ella y a George, aunque no lo diga a menudo, por lo tanto, estoy segura que ella sería capaz de dar la vida por ambos sin pensarlo dos veces. El rey Bastián se mantiene en silencio mirando con impaciencia la puerta, al igual que yo. Él parece una persona bastante silenciosa y analítica, pero es un gran guerrero, aunque aún no sé cómo se enteró de lo que pasaría, agradezco que se haya presentado a ayudarnos a luchar, de otra forma habríamos perdido la batalla antes de comenzar, gracias a él y a sus tropas, pudimos tener un pequeño destello de esperanza; pero este se había apagado demasiado rápido; es más que seguro que perdimos la batalla. El rey se levanta de golpe del suelo. Yo le miro con sorpresa y hago lo mismo.

—¿Qué pasa su majestad? —le pregunto. El me mira con preocupación.

—¿No lo sientes? De un momento a otro apareció una presencia poderosa y oscura. —me dice.

Al instante la puerta se abre de golpe. Lo único que se puede ver es oscuridad, antes de que finalmente un cuerpo comience a verse en la lejanía, rápidamente este se vuelve más claro y mis ojos se abren con sorpresa; el capitán se encuentra allí, la puerta se desvanece al instante que el sale. Pero no, no se siente como la misma persona, tampoco parece el capitán que conocemos. Sus ojos se han tornado rojos, Su torso desnudo tiene unas manchas doradas, como algunos tatuajes con una simbología que yo nunca antes había visto, su piel parece más pálida y sus orejas ahora son puntiagudas, su cabello es pálido y blanquecino. Tiene unas extrañas líneas en sus pómulos color rojo. Sin embargo, sus ojos parecen desenfocados; como si algo o alguien más le estuviera controlando, una luz roja palpitante rodea su cuerpo, su mano derecha tiene un bastón de madera con decoraciones arcanas rodeado de unas lianas verde oscuro, sobre este sobrevuela una luz roja intensa y flameante. De un momento a otro dos enormes alas de plumas negras y grandes salen de su espalda. Él no nos dirige una mirada, tampoco dice nada, simplemente mueve sus alas y con una rapidez inhumana desaparece por los aires.

La Princesa del Reino PerdidoWhere stories live. Discover now