CAPÍTULO 33

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Regresé por ese mismo camino, que hace unos instantes atrás había recorrido, desesperadamente.

Las lágrimas me comenzaban a escasear, mi estómago rugia de tanta hambre que tenía. Mis pies me dolían. Mi cabeza estaba a punto de estallar, pero nada de eso se comparaba con el dolor que sentía en mi corazón.

Miré mis manos, sintiéndome sucia.

La culpa invadió y oprimio mi pecho.

Perdí la cabeza, ese momento en que la mirada de math prometía dolor y sufrimiento, perdí la cabeza.

No quería que me lastimara. No quería que lastimara a ken.

Lo único que pensé, fue en mi bienestar, así que lo maté.

Maté a math.

Soy una asesina.

Realmente, soy una asesina.

Llegué hasta la casa en donde math me tuvo encerrada durante estos días. Realmente no podía entender como encontró está casa.

Baje la vista, al recordar el momento en que solté la mano de math.

El momento en que cayó por el acantilado.

Sabía que esas imágenes me iban a atormentar, hasta el resto de mis días.

No se si podré vivir con esa culpa.

-¿bonnie?-.

Alce mi vista, encontrandome con el último rostro que pensaba ver.

Ken.

-¡bonnie!- ken, corrió hacia mi. Abrazandome.

Sus brazos rodearon mi cuerpo, con tanta fuerza que parecía real. Cerré mis ojos, cuando su aroma invadió mi fosas nasales.

Era él.

Realmente era él, y no un sueño.

-amor.... por fin te encuentro- susurró.

Su voz.... como extrañaba su voz.

Se alejó, tomando mi rostro entre sus manos.

-¿Estás bien? ¿te hizo daño?- me examinó -¿dónde está ese imbécil?- apretó su mandíbula, buscándolo con la mirada.

-muerto- murmure, bajando la vista.

Sentí su mirada sobre mi rostro.

-bonnie....- levantó mi mentón, obligándome a que mis ojos se encuentren con los suyos.

Pero, no podía mirarlo a los ojos.

No podía responder a sus abrazos.

No podía compartir la misma felicidad de vernos, otra vez.

-¿Qué sucede?- preguntó.

Me aleje de él.

- lo maté- mis piernas se sintieron tan pesadas, haciendo que mis rodillas choquen contra el suelo -¡soy una asesina!- grite, con todas mis fuerzas.

Para finalmente, comenzar a llorar.

Ken, se arrodilló en frente de mi, tomando mi rostro entre sus manos.

Lo miré a los ojos, encontrando paz en ellos.

-amor, lo hiciste para defenderte- intentó consolarme.

Pero sus palabras no eran suficientes.

-ken....- llamó otra voz.

Aparte mi mirada de ken, para fijarla en el dueño de esa voz.

MI AMADA REBELDE Where stories live. Discover now