CAPÍTULO 1

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- keir McCambridge y su hermano ken McCambridge- se los presento.

Los hermanos McCambridge, besaron la mano de la anfitriona de la fiesta. La cuál, se ruborizo ante tan apuesto caballeros.

-sean bienvenidos a mi humilde fiesta- sonrió la mujer de 40 años -¿a qué se debe la tan inesperada y maravillosa visita?- preguntó.

- La verdad, es que me he alejado de mis tierras en busca de una esposa- respondió keir.

-¡ohhh!. Así que el mayor de los hermanos ha decidido por fin casarse- soltó la mujer, exaltada -Mi hija, aún no está comprometida, y es perfectamente ideal para ser su esposa. Sus encantos y belleza han cautivado a millones de corazones- la mujer, viuda, señaló a su hija.

Una joven hermosa, de cabellos rubios, piel pálida y ojos azules. Sin lugar a duda era una perfecta mujer para ser esposa de un McCambridge.

Pero keir buscaba algo más.

A sus 40 años de edad, decidió casarse por el sólo echo de tener a sus descendientes. Hijos de su sangre. Futuros dueños de todas sus tierras y riquezas.

-y....si tiene tantos pretendientes como lo afirma, ¿Por qué aún no se ha casado?- preguntó ken. Llevándose la mirada desaprobativa de su hermano.

La mujer quedó con la boca abierta. No sabia que responder.

Ken sólo sonrió.

Él, es un hombre de 32 años de edad. No busca casarse y no piensa en ello. Tan sólo está en está fiesta, para acompañar y aconsejar a su hermano mayor, como lo ha echo desde que su padre falleció.

-mis disculpas ante la intromisión de mi hermano- se disculpó keir con la viuda -él.... ha bebido demasiado- sonrió, con esa sonrisa que es capaz de cautivar a la más decente de las muchachas.

-ohhh, no se disculpe. Por favor, pasen a la fiesta y disfruten- los invitó, la viuda.

Ambos hermanos se adentraron a la fiesta. Pero.... como eran demasiado conocidos, y no me refiero a sus riquezas ni por su poder, sino por esos rumores que los han perseguido por muchos años, recibieron varias miradas desaprobativas de muchas familias.

-creo que no fue una buena idea venir- le dijo ken a su hermano mayor.

-claro que sí- soltó keir, llevándose una copa a sus labios -es mejor ser temido que amado- miró a su hermano -y estamos aquí para buscar una esposa, no para iniciar una pelea- le advirtió.

-sólo espero que ninguno de estos me provoque. Porque por más importantes que sean tus intereses de casarte, mi dignidad es más fuerte. Mi querido hermano- aseguró, un furioso ken.

-hola- se acercó una hermosa muchacha, sonriendole al apuesto keir -¿quieres salir.... a tomar un poco de aire?- lo invitó. Sin la más mínima molestia por tratarlo cortezmente.

Los hermanos McCambridge, han despertado los celos de muchos hombres por su atractivo.

Pero también el odio a su persona. A su apellido.

Tan fuertes son los rumores sobre estos dos hermanos, que muchas familias les temían. Prohibiendo a sus hijas que se acerquen a ellos.

-no, tal vez,ken,quiera ir- respondió keir.

Ken miró a su hermano, sorprendido. Al parecer el tema de casarse con una joven estaba muy por delante de sus placeres.

Miró a la muchacha que estaba esperando por una respuesta.

-ven, vamos afuera- le dijo ken, llevándose a la muchacha.

Keir sonrió con diversión.

-señor....- se acercó la hemosa joven rubia, hija de la viuda- es un placer contar con su presencia en está fiesta- le sonrió.

Keir tomó su mano y la besó.

- el placer es mío- respondió, conquistando a la joven con su mirada azul.

- Mi madre me ha comentado que planea quedarse unos días aquí- inicio una conversación.

-así es. Y creo que su madre también le comento mis intenciones- aseguró.

- si. Una esposa- afirmó la joven.

-vaya.... y creo que se los está contando a las otras familias- aseguró keir, al ver como la viuda estaba hablando con otras familias.

La joven dio media vuelta, para luego volver a mirarlo.

-disculpe a mi madre. Ella es una mujer que le gusta mantener informado a los demás- sonrió, con delicadeza -es que la noticia de su llegada a estas tierras, y el echo de que se quiera casar, ha sido algo inesperado- afirmó.

-ya veo....- keir, se llevó la copa a sus labios.

-yo me preguntó..... ¿cuál es la razón por la que no se ha casado con una mujer de sus tierras?- la joven, le quitó la copa de las manos de keir y bebió un trago.

-los rumores- respondió keir, con una gran sonrisa.

-¿por que los llama rumores?. Sí es la verdad- atacó la joven -se lo que su hermano y usted han echo para ganarse la mirada de odio de todos los que están aquí- afirmó -como la mía también- atacó.

Keir estaba a punto de responderle, pero apareció un furioso ken.

- me largo- dijo ken al pasar al lado de keir.

Y tal como lo dijo, de largo de esa fiesta.

Sin dudarlo, su hermano mayor también salió tras él.

-¿qué sucede?- preguntó keir.

-¿¡que sucede!?. ¿¡acaso estas tan ciego!?. Todos los que están en está fiesta se están burlando de tu tonta idea de casarte con una joven de aquí, cuando ni siquiera has logrado conquistar a una mujer de nuestras tierras. ¡es estupido! ¡nadie querrá casarse con nosotros! ¡y sabes muy bien porque!- estalló su hermano, alejándose.

Keir sabía que ken tenía razón. Pero aún así sus deseos de encontrar a una esposa eran mucho más fuerte que esos rumores sobre su familia.

Miró la gran casa de la viuda, y escucho esa música que lo llevó al pasado por unos instantes.

-encontraré a una esposa y me largare de aquí- se propuso.

Dio media vuelta y se alejó de la casa, siguiendo a su hermano.

Por primera vez en la vida, sintió que se había equivocado al creer que su hermano le daría fuerzas para buscar a una mujer.

Pensó que este largo viaje hasta aquí, sería más fácil si su hermano vendría junto a él.

Se equivocó.

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