CAPÍTULO 13

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Cuando la noche llegó a su punto más alto, y nos cubrió con su oscuridad, al igual que el brillo de sus estrellas. Una pequeña fiesta se desató en el castillo más temido por todas las personas de está tierra.

Bebí un trago, observando como las personas se divertían.

Todas, menos yo.

-hola- me saludó una hermosa joven de ojos azules, al tomar asiento a mi lado -eres hermosa. Perfecta para ken- me sonrió.

La miré, mientras bebía todo mi alcohol.

-te equivocas-negué - no soy perfecta para él. Soy su perdición, su mala desicion- me acerqué a ella -y déjame decirte algo, no me casare con él. ¿sabes porqué?- la chica me miró, con curiosidad, esperando mi respuesta -porque estoy enamorada de otro hombre- sonreí.

Tome su alcohol y también lo bebí.

-a ver si entendí. ¿Me estáis diciendo que estás enamorada de otro hombre, y aún así se va a casar con el señor ken?- levantó una ceja.

-así es- afirme.

-vaya.... Y pensar que ken me mintió- sonrió.

La miré, con confusión.

-¿a qué se refiere?- le pregunté.

-lily, vete- ordenó una voz masculina.

Alce mi vista, encontrandome con el señor ken, parado enfrente de nosotras dos, con la rabia a flor de piel.

Siempre está enojado.

La hermosa mujer de cabello oscuro y hermosa figura, se puso de pié, con delicadeza y miró al señor ken de una manera poco digna.

- si tú me lo pides...ya sabéis que tus órdenes son deseos para mi- sonrió divertida.

Y tal como llegó, se perdió entre las demás personas.

-y después soy yo la que debe de ser juzgada- murmure, bebiendo todo el amargo líquido.

Tan amargo, como mi vida.

-ella no es mi amante. Fue, mi compañía- aclaró.

Alce la vista, encontrandome nuevamente con esos ojos tan intimidadores y fríos.

- no quiero saber de su vida privada- negué.

-debería- me corrigió -ya que muy pronto será mi esposa- se agachó, hasta quedar cara a cara.

Su aliento, rozó mi piel, logrando que se erizara.

Si era yo la que me acercaba a él, era una cosa.

Pero el echo de que él fuese quién acortara la distancia entre nosotros, era otra cosa.

Una cosa, más peligrosa.

-aún falta mucho para esa boda. Dos meses. No se apresure- intente sonar lo más tranquila posible, por más que mi cuerpo era un mar de emociones.

-eso es lo que usted piensa- sonrió, con malicia.

Apreté mi ceño.

-¿Qué quiere decir?- pregunté.

-que es hora de bailar- se enderezo, volviendo a su postura fría y conservadora.

Estiró su mano, en mi dirección, esperando que acepte bailar con él.

- No querrá hacer un escándalo en presencia de sus padres e incluso de su hermana- me aconsejo.

Tenía razón.

Mi hermana y su esposo estaban aquí.

Pero odiaba el echo de que siempre fuese él, quién ganará en está batalla de palabras.

MI AMADA REBELDE Where stories live. Discover now