22. Confesiones

4.6K 591 74
                                    

Pasaba de la media noche en la Cabaña del Misterio y todo estaba en silencio, pero eso no significaba que sus ocupantes durmieran pacíficamente.

Regresando del teatro la familia Pines cenó, cada uno inmerso en sus propios pensamientos, en el caso de Dipper manteniendo una conversación con cierto ser intangible. Acabando la cena los gemelos subieron a su habitación donde, apenas tocar la cama, el chico cayó rendido y no despertaría hasta el día siguiente, Mabel miró a su hermano unos segundos, quizá no debió golpear su cuerpo tan fuerte, pero lo había hecho para defenderlo. Bajó a Pato de su regazo y de puntas se acercó a la cama contraria, deslizó la mano con cuidado debajo de la almohada y sacó el diario, con el mismo cuidado dio media vuelta y-

Crrrjg

Miró qué es lo que había pisado y se sorprendió un poco al ver la gorra de su hermano, primero había empezado a no quitársela nunca, especialmente para dormir, y últimamente lo veía más sin ella y ya no la usaba en las noches. La levantó y comprobó lo que le había dicho Wendy, estaba forrada con papel aluminio que no parecía muy gastado, así que desde el incidente del búnker debió cambiarlo un par de veces. Pero no podía hacer nada si Dipper no hablaba con ella, la regresó al piso y se metió bajo sus cobijas, sacó sus plumas de colores y abrió el diario en la última página escrita, dio la vuelta y puso manos a la obra.

Mientras tanto Stan seguía con su labor, esta vez solo trajo unos pocos barriles, los últimos. Bajó al cuarto donde estaba construyendo el portal, tomó uno de los barriles y lo vació a la máquina.

–Muy bien... ya falta poco. – Se acercó a la estructura triangular, admirando su obra. –Cada vez es más fuerte.

Los objetos cercanos levitaron y volaban con rapidez atraídos al portal. Una llave inglesa golpeó la mano de Stan.

–¡Ou! –Rápidamente encontró algo con qué vendarse la herida algo profunda. – No importa que sea riesgoso, no importa cuánto tarde, voy a lograrlo y nadie se interpondrá en mi camino.

Ya estaba muy cerca de lograrlo.

El trabajo de su vida.

Debía hablar con los chicos.



–Buenos días, Mabel.

La nombrada acababa de bajar en pijama a la cocina, Dipper se encontraba desayunando con el diario y una libreta a un lado. El sábado Dipper se la pasó dormido y el domingo era un día muy ajetreado para todos en la Cabaña del Misterio, después de todo un día de trabajo no quedó tiempo para nada más. Fue entonces que el lunes los gemelos pudieron reunirse a resolver el misterio, Stan no sería un problema pues cada vez pasaba menos tiempo en casa.

–Buenos días, Dopper. –Se dirigió al refrigerador y se sirvió jugo de naranja. –¿Y bien? ¿Dónde está ese código?

Dipper abrió su libreta en una hoja marcada y la puso frente a su hermana.

–No he logrado encontrar un método para descifrarlo. No de una forma coherente al menos.

–Hummm... –Mabel miraba intensamente los trazos en el papel, dio un sorbo a su jugo y de repente lo escupió. –¡Dipper!

–Aaargh. ¡Mabel!

–Lo siento. ¡Pero ya sé qué es!

–¿Qué?

–Es la máquina expendedora. –En un acuerdo silencioso ambos corrieron a la tienda de regalos deteniéndose frente a la máquina, Dipper se acercó y presionó los botones, 1...A...B y C...3.

Un cambio en la historia.Where stories live. Discover now