21. La ópera de calcetines

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–Me pregunto qué debería hacer hoy...

Bill y Dipper llevaban algunos minutos en el ático, el primero dando vueltas reaprendiendo a caminar y ajustándose a su contenedor temporal, mientras, Dipper trataba de entender cómo moverse en esa forma incorpórea, era más difícil de lo que esperaba pero debía admitir que se estaba divirtiendo dando volteretas, además de que se sentía revitalizado, parece que todo el cansancio y parte de su estrés lo abandonó junto a su cuerpo, quizá sí se había concentrado demasiado en decifrar el código.

–Hey, Pino. ¡Vamos por algo de comida!

–¿Comida? –Dipper lo miró curioso. ¿Para qué quería comer?

–La comida humana es hilarante, es innecesariamente compleja y se siente extraño. ¡Una carrera al final de las escaleras!

Bill se apresuró a ellas y bajó como pudo, tratando no perder el equilibrio, pero no evitó perder el último escalón y cayó de cara al piso.

–¡Hahahaha!

–¡Bill, espera! –el chico llegó unos segundos después y trató de ayudarlo a levantarse, pero su brazo tan solo lo atravesó.

–¡Bienvenido al escape mental! Cuidado con eso, niño. No querrás recuperar tu cuerpo a la mala. Ahora...–Se levantó sin dificultad y se dirigió a la cocina. Era bastante extraño para Dipper mirarse a si mismo, además de que Bill tenía mucha más gracia en sus movimientos que él, a pesar de carecer de equilibrio. Abrió el refrigerador. –¡Refresco humano! ¡Voy a beber como una persona!

–¿A la mala? ¿Qué pasaría? – lo siguió viendo sorprendido cómo se acababa una lata tras otra de refresco.

–Ummm... realmente no lo sé. Nadie se ha atrevido a desafiarme de esa manera. –Siguió dando vueltas por la cocina jugando con cada artículo que se le encontraba. –¿Dónde quedó el diario, Dipper?

¿Para qué lo quieres?

–Han pasado muchos años desde que hice una aportación, no vendría mal dejar algunos mensajes confusos para el autor. Ya vi qué cara pondrá ¡Hahahahaha!

–¿Ya viste su-

–¡Hey, Dipper! Tomé prestado tu diario para utilizarlo como utilería en el show, espero no te moleste. Me largo, ok, ¡adiós! –y tan pronto como llegó, Mabel se fue.

–Claro, genial, hermana. Nos vemos en el show. – Le respondió Bill y salió a despedirla.

Espera. ¡El show de Mabel! – Puede que no tuviera que preocuparse por sí mismo, pero no sabía qué problemas podría causarle Bill a la obra en la que Mabel se había esforzado tanto. – ¡Mabel no lo oigas! ¡Ese no soy yo! – Salió para advertirla, la vio subirse al auto, Stan arrancó y se puso enfrente para detenerlo, sólo para ser atravesado. –No no no no.

–Hahaha. No tiene caso, pino. Sin un cuerpo que poseer eres solo un fantasma.

–Oh, Dipper. –ambos giraron encontrándose a Soos y Wendy dejando la cabaña. –Ahí estás.

–Ya vamos al teatro, ¿vienes?

–No te atrevas, nacho volador. –Bill solo le dedicó una mirada de reojo antes de responder.

–Por supuesto, amiga.

¡Esto no se va a quedar asi, Bill! Voy voy... voy a encontrar ese diario antes que tú y ¡no te dejaré escribir en él!

–¿Sí? – Subió a la camioneta de Soos y volteó a verlo divertido. –¿Y cómo piensas hacerlo?

La camioneta partió dejando a Dipper aún más frustrado. Las probabilidades de que Bill hiciera algo realmente malo estando en su cuerpo eran bajas y en teoría podría dejarlo ir, pero ahora estaba indignado con él por ignorarlo y dejarlo así. Decidió entonces que hoy le tocaba molestar al demonio, empezando por no dejar el diario a su alcance.

Un cambio en la historia.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin