7

1.8K 198 68
                                    

¡Recuerden seguirme en Instagram! mi usuario es: wuildervargasv

Por ahí estare haciendo encuestas, dando noticias de mis libros y muchas cositas importantes ❤

_.-


Un remolino de emociones se instala en nuestros ojos. Con aparente sensación rivalizada. Cruza sus manos a través de mi espalda. Las lágrimas siguen cayendo. Siento mi corazón bombear con alta frecuencia y mis manos transpiran con orfeones. Mis labios están fuertemente rojos por la dominación que ejercía al morderlos ante un breve ataque de ansiedad.

—No me dejes caer —murmura.

No entiendo nada.

—¿...cómo?

—Yo...

Cierra los ojos con fibra. Desnivela su rostro ante el hueco de mi cuello. Aprecio como inhala con fuerza dicho lugar. Mi cuerpo se conmueve. Su intromisión me toma en bajo.

—Jules, no te entiendo —comento con voz corta—... yo de verdad... trato de que esto no sea más rudo para ti... —sollozo. Intento tocar su pecho. Se aleja unos centímetros.

—Solo no creas todo lo que ves.

Y se retira del lugar. Dejándome con un fuerte dolor en la mano afectada junto al corazón bombeando frecuente; sin olvidar la confusión de sus palabras.

Carajo.

Esto es una mierda. Una muy sucia.

Tomo bocanas de aire y me acerco al lavaplatos portátil. Desenredo el lino de la mano afectada. Recargo mi cuerpo contra la encimera. Giro la perilla dejando que el agua trascienda y así humedezca mi mano. Cierro los ojos y muerdo mis labios. El dolor es un tanto desagradable. Inhalo y exhalo varias veces tratando de mitigar el dolor. Aunque el dolor no solo permanece en esa área. Y aunque suene masoquista, siento que esa discusión es un punto de referencia íntimo. No sé por qué lo presiento. Simplemente lo siento de ese modo.

Sacudo mi cabeza y finalizo en hacer la comida.

En la estadía de casados, he podido estudiar un poco al hombre que lleva título de cónyuge a mi lado. Tanto a él como a mí nos gusta comer hasta siete comidas diarias. Tanto a él como a mí nos gusta leer y tener un espacio en silencio para pensar en un todo y un nada. Tanto a él como a mí nos integra un propósito material y es que a mí la diadema y un librito significa un pasado un presente y un futuro, y a él una bola de beisbol y una joya que reposa en su muñeca izquierda significa motivación leal. Tanto él como yo, somos humanos equivalentes. Tenemos metas seguras, hemos pasado por muchas cosas. Estamos introyectados por esta sociedad de mierda. Y no es que lo éste justificando sino que no soy quien para juzgar su comportamiento.

Recuerdo que ocasiones nuestras conversaciones han sido un «... ¿Estás listo para ser un buen esposito?» «...espero y no lo arruines» «...tengo hambre, hazme de comer» «...sonríe a la cámara y luego me das un beso.» Cada una de ellas comienza con una nefasta indemnización. Puede que no lo diga en voz alta, pero cualquier cosa me afecta y soy sensible a pesar de la fuerte educación que ejerció padre en mí. Por ello, sigo siendo ante sus ojos y frágil de mierda. Si no fuera por madre, no sé qué sería de mí en estos momentos.

Luego de comer bajo la compañía de mis recuerdos y acusaciones por ser un idiota en seguir aferrándome a un pasado mezquino: lavo los platos que use y dispongo a subir la escalera una vez más, en lo que lleva de día. Camino a través del largo pasillo; dirijo mis pasos a la habitación de Jules. Me encuentro con una puerta de madera blanca bien diseñada con detalles agrestes. Aunque él no lo sepa. Al decorar la mansión, mentí diciéndole que obtendría la principal. Sin embargo, la que yo uso si es la principal. Es más grande y mejor decorada. Está a mi agrado. Mientras que la de Jules parece la de un adolescente de diecisiete años de edad. Situó mi oreja izquierda poyándome para poder percibir algún ruido proveniente de ella. Fracaso en la búsqueda. Parpadeo confundido. Cuando giro mis pies para emprender el camino a la mía. La puerta se abre. Por ella está el pelotero con el cuerpo empapado de transpiración. Mi pulso se acelera y mis ojos no pierden de vista en como cada gota desciende en su blanca piel. Sus bíceps generan leves movimientos que mi propia percepción no pierde detalle.

El curioso embarazo de Joseph ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora