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Por ahí estare haciendo encuestas, dando noticias de mis libros y muchas cositas importantes ❤

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Joseph...

Joseph...

Joseph...

Son susurros que me hacen estremecer. Susurros que cada vez que suenan me transportan a una triste realidad. Observo a todos lados, no encuentro la voz proveniente de aquella persona, son susurros que me hacen temblar de angustia.

Joseph...

Joseph...

Joseph...

Intento abrir mis ojos pero no puedo, es como si una máscara de acero me impidiera mover alguna parte de mi rostro. Siento como mi cuerpo entra en pánico, no entiendo que sucede. No quiero ser parte de un juego de mal gusto. Sentía un nudo en mi garganta, una opresión en mi pecho, luego más oscuridad.

Hay siluetas caminando de un lado a otro, no tenían facciones, por lo que era indescifrable saber si existen. Hay un arroyo a simple vista, donde el agua parecía consumida hasta dejarse un poco de ella. Me siento en una piedra donde el poco de agua la había aislado, me hago reflejar en esa piedra, pues siempre fui aislado de todos, solo hasta que llegó Tayron, aunque no fue de la mejor manera. Pero llegó para darle un poco de sentido a mi vida. Demostrándome lo mucho que valgo, aunque ojala fuera mi padre el que me lo dijera.

Sentía como pasaban las horas sentando en aquella piedra, ¿ahora qué viene? Siento una mano tomarme del vientre y otra del cabello, la mano del cabello me hala de el con rudeza haciéndome jadear del dolor y la primera mano acariciando mi vientre con cariño.

¿Qué sucede? ¿Qué significa eso?

Luego soy empujado a la corriente del arroyo. No sé nadar, por lo que comienzo a patalear desesperado, no debo; pues una técnica es no entrar en pánico pero no estoy en condiciones de dejarme guiar por mi estudio.

Cierro mis ojos esperando el impacto junto a una enorme roca filosa que está, en lo que se puede notar, al final del río.

◄♦►

Abro los ojos encontrándome con un tuene luz artificial acariciando mí rostro. Las paredes son estériles, el aroma del sitio es etílico. Estoy en una habitación de hospital, la máquina que toma mis signos vitales me lo indica. La intravenosa está posicionada en mi muñeca derecha, dejando entrar por ella gota por gota de suero hidratante. Parpadeo varias veces hasta aclarar mis ideas y además acostumbrarme a la claridad, pues lo hice de golpe y me arden los ojos. La desesperación enmaraña las ideas del último recuerdo de antes haber caído inconsciente.

El curioso embarazo de Joseph ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora