12

7K 625 20
                                    

Nunca en mi vida me había despertado con cara de un hombre entre mis piernas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nunca en mi vida me había despertado con cara de un hombre entre mis piernas. Lo puedo asegurar. Y, joder, no niego que no me importaría despertarme tal y como lo ha hecho Alexander esta mañana muchísimas más. Me he dado cuenta que la excitación nos convierte a ambos en personas totalmente distintas, más desinhibidas, y que cuando el calentón ya ha desaparecido, Alex vuelve a ser el chico tierno que me acelera el corazón diciéndome cosas bonitas y yo vuelvo a ser yo, con mis idas y venidas, mis borderías y mis ganas ocultas de besarlo.

Nos hemos duchado juntos y él me ha prestado una camiseta suya para que pueda ir con ropa limpia hasta mi casa a vestirme para ir al trabajo. Así que, aquí estoy ahora, vistiéndome en mi casa y esperando a que sea la hora de ir a trabajar solo para verlo pues vendrá a recogerme. Mientras me peino con los dedos delante del espejo, me miro y no puedo evitar sonreír.

Puede sonar a tópico, pero estoy feliz. Y no solo me siento así, sino que la gente lo nota. Que mi madre me lo haya notado ya es mucho porque esta mujer no suele darse cuenta de las cosas a no ser que se las diga.

Con Alexander no hemos hablado sobre cómo vamos a actuar delante de la gente, pero la verdad es que yo prefiero que la gente no se entere de que ha pasado ―o está pasando― algo entre nosotros. No me avergüenzo para nada, pero me considero una persona emocionalmente inestable. ¿Por qué digo eso? Porque si la gente sabe lo que hay entre nosotros, haría la cosa entre ambos un poco más seria y no puedo dejar que Alex y yo tengamos algo más en serio porque mi inestabilidad no le conviene para nada. Es un buen chico y no merece que le caiga una avalancha de mierda por mi culpa.

Cuando el timbre suena, recojo mi mochila del trabajo de la habitación y me despido de Lincoln antes de bajar a la calle. Alex sonríe al verme salir del edificio, como siempre, pero en vez de besar mi mejilla como de costumbre, besa mis labios con una suavidad arrolladora.

―Vamos ―susurra en mi labios.

Como muchas veces hace, pasa su brazo por mis hombros mientras caminamos. De camino a la revista, no dejo de pensar cómo decirle que prefiero que nadie sepa esto.

―Dime qué es lo que te está pasando por esa cabecita, Beth-Anne ―dice Alex mientras se detiene a una calle de la revista para mirarme.

―Es que... Preferiría que en público nos comportemos normal, como si no hubiese pasado nada ―murmuro cauta.

Él me mira a los ojos pero yo soy capaz de interpretarlos.

―Yo haré lo que tú prefieras, Beth-Anne. Además, yo también lo prefiero de momento ―me dice con una pequeña sonrisa.

Yo suspiro aliviada y él se ríe un poco.

―Temía que te lo tomaras mal.

―Pocas cosas me puedo tomar mal si salen de ti ―murmura antes de inclinarse hacia mí y besar mis labios―. Venga, vámonos.

IMPULSIVE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora