Con el cañón del revólver bajó una persiana para darle una mirada a la calle. El auto seguía en su sitio y no había señales de Bracco, aún.

Que estuviera presente era lo de menos. Las calles tenían ojos y oídos. Ese auto, aparcado en la vereda, era como un elefante en una salón.

Tenía tiempo para marcharse, pero no demasiado. La calle empezaba a despertar y el reloj era uno más de sus enemigos.

Regresó a prisa a la habitación y encontró a Dominick frotándose los ojos, sentado en la cama. Chris bufó rabioso y tomó al chico del brazo.

—Vienes conmigo, así que cállate la boca y no te despegues de mi lado.

Dominick no terminaba de despertar y ya estaba corriendo tras Chris. Salieron del departamento y bajaron las escaleras con más prisa que la que debían. Al llegar a la puerta trasera, se detuvieron. Dominick quiso protestar, no entendía que pasaba y todo  sucedía demasiado rápido.

Chris se asomó primero y al encontrar el camino libre, avanzó. Dominick quiso resistir, pero el cañón del revólver lo apuntó en la garganta.

—¿Qué carajo pasa contigo?

¿De verdad quería que le respondiera? ¿Por dónde empezar? Tal vez desde cuando se conocieron e intentó matarlo. Dominick le devolvió una mirada incrédula que Chris procedió a ignorar. Le hizo ponerse la capucha y le dijo que se mantuviera cerca a él.

Avanzaron con menos sigilo del que quería Chris. Dominick tropezaba consigo mismo y le costaba seguirle el paso. A dos cuadras de distancia se detuvieron.

Chris ordenó que lo siguiera y cruzó la calle. Dominick tuvo la tentación de tomar el camino contrario. Si lo hacía seguro iba a meterse en problemas. Así que siguió a Chris desde la acera contraria sin saber a donde se dirigían.

La pierna le dolía mucho por caminar apurado. La fractura que tuvo nunca sanó como era debido. Pero eso Chris no lo sabía y menos aún le importaba.

Por un momento casi pierde de vista a Chris. Entró a una bodega y por fin Dominick pudo descansar un poco. Casi convencido de que soñaba, se quedó esperando tranquilamente apoyado en la pared.

No podía esperar a despertar e ir en busca de Anelka. Ella seguro tenía el desayuno listo y...

Chris cruzó la calle de nuevo y Dominick todavía no despertaba de la pesadilla. Sus ojos se cruzaron con los de Chris y supo que tenía que seguirlo. Se encontraron en la esquina, cuando Chris accidentalmente dejó caer algo de su bolsillo.

Dominick lo tomó del suelo y lo alcanzó para devolvérselo. Chris recibió la caja de goma de mascar y la guardó entre su ropa. Siguió avanzando hacia otra calle.

Una dirección era lo que leyó en la envoltura de la caja. No era un sueño, era una pesadilla real. ¿Qué hacer? se preguntó cansado de caminar. Podía ir obediente a donde lo mandó o marchar de regreso donde Anelka.

La anciana seguro lo esperaba preocupada. Tenía que volver a su lado, pero su instinto le decía que no lo hiciera. Dominick conocía la zona mejor de lo que quería aceptar. No quedaba más que a unas cuadras y ya se sentía harto de andar.

Así que se tomó su tiempo. Encontró el edificio sin problemas. ¿Qué debía hacer? ¿Esperar? ¿Marcharse de una vez? Dio una vuelta buscando otra entrada o una señal, algo, cualquier cosa que le dijera qué hacer. Dominick se aceró a la puerta trasera, a espiar por la ventana empañada por la suciedad.

Rapsodia entre el cielo y el infiernoजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें