Capítulo 35. Cumpleaños.

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Nare, Mar y yo no hacíamos nada más que hablar de nuestros chicos. Suena raro nombrar a Zacha como "mi chico" pero era así. Y hoy, todas nos habíamos alejado de nuestros novios para tener una noche de chicas. Pijamada en lo de Nare, como siempre. 

—Entonces... ¿ya se lo has dicho?— pregunta Mar mirándome luego de haberle contado todos los casi besos que tuvimos Zacha y yo.

—¿Qué cosa?— contesté confundida. 

—Que lo amas— contestó Nare levantando la vista de su teléfono y clavando sus ojos en los míos.

Aparté la mirada.

—Él te lo ha dicho. Te ama Lia, ¿cuándo te darás cuenta que tú también a él?— dijo Mar.

—No lo sé— susurré cohibida. —No quiero decir algo si no estoy segura de si lo siento o no. 

—¡¿Si lo sientes?! Lia de lejos se notada que estás completamente enamorada de él, sólo eres tú la que no quiere aceptarlo— gritó Nare.

Tragué saliva. —Saben que es duro para mí...

—¡Sabemos que es duro para ti! —me cortó Mar. —Lo sabemos, y no te dijimos nada y nos callamos durante mucho tiempo. Pero nos da rabia ver como el pobre chico te mira con adoración y saber que tú también lo haces pero aún no se lo has dicho. No se lo has demostrado, ¿qué pensará él? ¿Que no lo amas? ¿Que no lo quieres?

La miré fijamente. —Claro que lo quiero. Él...

—Sabes que te hablamos del otro querer— intervino Nare fulminándome con la mirada. 

Me callé y el silencio reinó durante un par de minutos.

Suspiré. —Es increíble ver cómo antes me hubieras dicho todo lo contrario de él, que no me amaba, que sólo era una más, que esto, que lo otro. Y ahora lo defiendes— es mi turno fulminarla con la mirada.

—Reaccioné.

Otra vez silencio. Mar nos miraba a una y a la otra. 

—Bueno, ¿qué les parece si ponemos la película?

Y con eso el tema quedó en el olvido. 

Me desperté sintiendo un suave rose en mi mejilla y luego en mis ojos y en mis labios. Me llevé la mano a la cara para intentar sacarme el pelo de Nare o Mar que seguro estaban pegadas a mí y me estaba haciendo cosquillas. Ahora sentí algo suave y mojado en mi cuello. ¿Qué demonios? ¿Me estaban babeando? Pegué un manotazo para alejar la cara de mí pero abrí los ojos como platos al sentir bajo mi mano una mejilla rasposa. 

—Al fin despertaste, dormilona— dijo Zachariah depositando un beso en mis labios. Miré a mí alrededor, estaba sola en la cama de Nare. —Feliz cumpleaños, mi araña pollito— susurró.

Levanté los brazos con gesto perezoso y los pasé alrededor de su cuello para acercarlo más a mí. Lo besé y abracé. —Gracias. 

Nos quedamos abrazados allí un tiempo hasta que él se levantó y me acercó una taza de café. —Me dijeron por ahí que te gustaba el café por las mañanas.

Asentí sonriente y tomé un sorbo. Él me miraba sonriendo mientras tomaba un sorbo de su tasa. —¿Qué quieres hacer hoy?

—No lo sé— me encogí de hombros. —¿Puedo pedirte algo?

—Lo que tú quieras.

—¿Lo que yo quiera? — pregunté sintiendo que así podría conseguir la respuesta de algo que llevaba en mi mente preguntándome hace mucho tiempo.

¿Y si te robo un beso?Where stories live. Discover now