Capítulo 24. Novia.

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Cerré la puerta de mi habitación y me apoyé en ella. Había entrado a mi casa y corrido a mi habitación así no me encontraba con mamá. No escuché ningún ruido, lo que decía que no estaba en la casa, pero por las dudas. No podía verla, aún estaba enojada con ella. Y sé que no debería estarlo pero lo estoy. Así de simple.

Suspiré y pasé una mano por mi pelo. Lo tenía hecho un asco. Era culpa del cloro. Al agua de la piscina siempre le ponen cloro y te deja el cabello hecho un asco. Puto cloro.

Crucé mi habitación hacia mi armario y hurgué en él. Zachariah vendría por mí en un par de horas y me llevaría a su trabajo. Y aún no sé que ponerme. ¿Algo casual? ¿O algo más formal? Sacudí mi cabeza. Definitivamente iría con algo casual. Tomé unos jeans y mi musculosa favorita. Era más larga por detrás que por delante y era de color rojo. Perfecta. Tomé mis sandalias y un cambio de ropa interior. Iba a darme un baño.

Mamá llegó mientras yo estaba peinando mi cabello en mi habitación.

—Oh, estás aquí— dijo.

—Síp, aquí estoy— contesté.

Suspiró y me miró. La miré. — Sé que estás enojada conmigo, Lia pero…

—¿Pero qué? — la corté. —Está bien, mamá, sé que no debería estar enojada contigo, pero… Ya se me pasará.

—De acuerdo, sólo quería decirte que tu padre está viviendo con su hermano en esta ciudad. Dijo que quería disculparse contigo también, y yo le dije que tú no querías verlo. Dijo que respetaría tu decisión.

Cuando dejó de hablar la miré. —Algo bueno que hace— dije secamente.

—Lia, tu padre ha cambiado. Ha estado en rehabilitación y según él me dijo no ha bebido en todo este tiempo.

—Me alegro que haya hecho algo por su salud— dije indiferente. Terminé de peinarme y salí de mi habitación hacia el baño. Escuché a mamá seguirme.

Empecé a maquillarme.

—¿Sales?— preguntó.

Asentí y seguí con lo mío. Un poco de delineador, rímel y brillo en los labios y ya está.

—¿Con quién? Si se puede saber.

—No es una cita— le expliqué.

—Ajá, ¿y por qué te maquillas? Tú nunca te maquillas. A menos que salgas a una fiesta y a una fiesta así, no creo que vayas.

Miré mi atuendo. Sip, estaba muy casual para una fiesta. –No sabía que fueras tan observadora, ma.

Sonrió. –Lo soy. Bueno, pues… ¿me dirás?

Suspiré terminando de ponerme rímel en mis pestañas del ojo derecho. –Es el primo de Nare.

—No lo conozco, ¿quién es?

—Zachariah— seguí con el rímel del otro lado.

—Y… ¿Están saliendo?— preguntó.

—Algo así— sabía que mamá no diría nada a nadie pero por las dudas… —No le digas a nadie, mamá. Aún no… estoy lista para decirlo— no era la verdad, en realidad, pero no mentía.

—Mis labios están sellados.

Y luego de eso supe que mi enojo con mamá se había disipado. Me enojaba muchísimo aún lo que me dijo, y el que perdonara a papá, pero ella era mi mamá y no duraba mucho tiempo enojada con ella.

Faltaba poco para que Zachariah pasara por mí. Caminaba de un lado a otro en mi habitación, estaba nerviosa. Qué idiota. ¿Por qué tendría que estar nerviosa? Sonó el timbre. Bajé rápidamente las escaleras con mi cartera en mano. Esa cartera siempre me acompañaba a todos lados. Era una simple cartera de cuero color marrón con dos bolsillos delanteros. Tamaño mediano-chico era muy práctica.

¿Y si te robo un beso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora