Capítulo 11. Ojos rojos e hinchados.

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—Oh. Te quedaste. Creí que te irías— dijo Nare al salir del baño. Me miraba sorprendida. Se ajustó la toalla alrededor y tomó ropa de su armario. —Espérame aquí. 

Dijo eso y volvió al baño. Yo ya empezaba arrepentirme de haberme quedado. Regresó y se sentó en el puff mirandome como si esperara a que diga algo. No dije nada y nos miramos en silencio. Finalmente suspiró y dijo:

—Nunca me contaste lo que realmente pasó. Te volvías toda loca, bueno te sigues volviendo toda loca cuando quiero tocar el tema. No sé lo que fue que te hizo ese estúpido, pero quiero que me lo cuentes, así lo superas y pasas a otra página. 

Cerré los ojos con fuerza. Este tema hacía doler mi cabeza.

—Tú sabes que él... era mala compañía—empiezo. Abrí los ojos. Nare asiente.—Estube con él en muchas de sus fiestas, tomábamos y nos divertíamos. Nunca me dijo que me amaba. Yo tampoco lo necesite, yo realmente creí... creí que lo hacia— tragué duro. —Yo le contaba a él todas mis mierdas, todo lo que pasaba de la puerta para adentro en mi casa. ¿Recuerdas que un día me escapé y huí a su casa? Él vivía solo— otro asentimiento de su parte— Nos emborrachamos y él quizo sobrepasarse conmigo... 

Nare ahogó un grito y se levantó furiosa del puff.

—¿Te hizo algo malo? ¿Te tocó sin que tú quisieras? Lia no puedo creer que hayas ocultado esto a mí, a todos. Tendrías que haber dicho algo, tendrías...

—Para— la interrumpo.— No he terminado. No. Él no me hizo nada. Estábamos borrachos. Nos estábamos besando y él había acariciado mi pecho pero yo lo había dejado pasar... las cosas se calentaron un poco, pero por mi enfermedad yo... Tú sabes muy bien que no puedo mirarme en el espejo muy bien todavía. No quería que él me viera, por lo que retrocedí y le dije que no. Se enojó y empezó a gritarme cosas, como que ya no me soportaba, no aguantaba mis problemas, mi padre y mi resistencia a tener sexo. No era la primera vez que esto pasaba— negué con la cabeza. — Se marchó dejándome sola en su casa y yo sin saber que hacer seguí bebiendo y me quedé dormida en el sofá. Me desperté por un ruido y era él entrando con una rubia ardiente. Me había mirado y me mantubo la puerta abierta mientras decía: "Vete. Ya no te necesito. Ella satisfacerá mis necesidades"— lo último salió con un sollozo. Tape mi cara con mis manos. Sentí los brazos de Nare abrazarme. Me saqué las gafas y sequé mi cara con mis manos.

—Le grité. Le dije que creí que él me amaba y él solo se rió. Me dijo que era una loca que necesitaba arreglar mis problemas y me echó de su casa. Volví a la mía y el resto te lo sabes— susurré. Sentía como las lágrimas corrían por mi rostro. Demian me había desechado ese día. Había tomado mi corazón y lo había triturado. Nare me abrazó fuertemente y lloré en su hombro como hace mucho tiempo no hacía. En mis días oscuros me alejé de ella, pero a pesar de todo ella siguió allí para mí. Sonreí tristemente abrazándola fuerte. 

Estubímos así bastante tiempo. Al final nos separamos y ella trajo un pañuelo para mí. 

—Es hora de almorzar. ¿Te quedas?— asentí. Había llorado y seguramente mis ojos estarían rojos. No tenía ganas de darle explicaciones a mi madre. Peor aún después de como me fui. 

—Le diré a mamá que ponga otro plato— se levantó y se dirigió a la puerta— Lávate el rostro si quieres, te esperaré abajo— me dió una sonrisa de aliento y se fue.

Ella era una buena amiga y yo la amaba por eso. No sé que haría sin ella. Me levanté de la cama y fui al baño. Me lave la cara y me miré en el espejo. No había caso. Mis ojos estaban rojos y mi nariz también. Era obvio que había estado llorando. Yo tenía la tez muy pálida y lo rojo me resaltaba mucho. Lo mismo si me ruborizaba. Aunque eso nunca pasaba. Volví a ponerme las gafas. Suspiré y salí del baño y de la habitación para bajar las escaleras. Me encontré a Giuli en el pasillo. Me miró  y frunció el ceño. 

¿Y si te robo un beso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora