Llamar a la cigüeña

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La kitsune hizo desaparecer cualquier rastro de algún fisgón en el tercer piso... Nadie entendía el porqué del comportamiento de la nodriza pero era preferible obedecer, no por nada era la cabecilla de los sirvientes del palacio, y a pesar de que podrán pensar que en realidad no se ocupada de grandes cosas, cuidar de la joven humana era un trabajo de tiempo completo.

La nodriza paso a ser amiga y después de esta triquiñuela, tendría mucho material de chisme para mantenerse en una profunda conversación. Dio una mirada de picardía a las escaleras hacia el tercer piso y siguió su camino para ocuparse de demás cosas.

-.-.-.-.-

Ya no importaba el tiempo, ni las palabras, solo bastaba la presencia y el calor de ambos. El acto ya había concluido y simplemente se mantuvieron callados en el ambiente. Permanecían abrazado hacía ella, a través del denso vapor y la cálida agua. El sentado reposando en la pared de la bañera, mientras ella estaba en la media de su cuerpo, apoyada contra él, se divertía con las ondas que se creaban en el agua y de como se entrelazaban sus cabellos con los plateados que si bien eran más largos parecían jugar en el agua tibia.

A momentos rozaba sus dedos en la piel de Rin y simplemente escuchaba el sonido ocasional del agua en movimiento.

El vapor se disipó un poco y Rin alcanzó a ver la imagen más tierna, se podía ver a si misma abrazada con la persona a quien le entregó su vida y curiosamente fue la misma que se la devolvió, en su piel y corazón ya estaba escrito su destino junto a él. Sonrió tranquilamente, hasta que la imagen se perdió. Suspiró aliviada y a la vez cansada, bueno no era de sorprenderse, fue un gran esfuerzo físico. Tal vez con un humano no hubiera sido tan agotador pero el demonio que pasaba su brazo sobre su vientre no era alguien que supiera completamente lo que era delicadeza. Probablamente para el día de mañana tendría un par de moretones.

La calidez del ambiente la hacía mecerse y la hacía caer poco a poco en un sueño placentero. Cabezeaba de vez en cuando.

-Rin...

Ya no se sobre exalto, y la sensación al escuchar su nombre le trajo recuerdos de cuando en sus travesías con él cuando la llamaba jamás se sintió intimidada. Ya no más...

-¿Si?

Se apoyó un poco más en él y apoyo su cabeza sobre el hombro del demonio.

-No puedes estar tanto tiempo aquí, el exceso de calor afecta a los humanos.

Esto la deprimió un poco, hace tan sólo un momento habían compartido el más intimo de los encuentros y ahora parecía que la corría.

-Pero no quiero separarme de TU lado...-Se sorprendió a su misma cuando se dio cuenta que ahora 'tuteaba' con el amo. Intentó enmendarlo pero el habló primero.

-Obedece...

¿Qué era ahora, una niña pequeña? ¿A qué venía esa conducta tan arrogante?

Se separó de él y se incorporó, cuando se escurrió por completo el agua de su cuerpo se dispuso a salir. Se dirigió hacia donde se encontraba su toalla y ropa seca y comenzó a vestirse, a momentos giraba la vista solo para toparse con la perfecta esculpida espalda del demonio que aún permanecía en el agua.

Aquella imagen le hizo entender que si bien el amo había cerrado una distancia entre ellos, aún era muy pronto para comenzar con cursilerías. Aun así le amaba... Aún con todo ese orgullo, porque si no lo tuviera... no sería él.

Sonrió de medio lado y se dispuso a salir.

-Enseguida te alcanzo...-Algo exaltada solo giró su cabeza para ver de nuevo la silueta de su señor. Sonrió más ampliamente y salió del lugar.

Estaciones de una vidaWhere stories live. Discover now