Electricidad

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Eran horas ya pasadas de la madrugada, una pequeña vela se mantenía encendida dentro de la habitación del amo, alumbrando el pálido, sudoroso y tembloroso rostro de una joven humana, que parecía mantener una batalla entre sus pesadillas. Su cara se descomponía cada segundo, llevaba horas sin despertar desde lo último que había ocurrido.

-Más vale que siga viva para cuando vuelva...

Todas las presentes le miraron asustadas debido a la advertencia.

-Pero ella esta pidiéndole que se quede ¿no lo notó?.-Dijo Oyuki alterada, observando al Lord en el umbral.

-No soy de utilidad aquí, más vale que obedezcan...

Dicho esto, corrió la puerta y la volvió a cerrar perdiéndose sus pasos por los pasillos.

Oyuki volvió a fruncir el ceño recordando la insensibilidad de su señor, tenía que admitir que en todos sus años, jamás sentía tanta rabia hacia el, como en ese instante al tener frente a ella a la débil muchacha que luchaba por recuperarse. Apartado, de pie y apoyado en una esquina Ryuji no quitaba los ojos del lecho donde Rin permanecía, desde que había entrado se había escondido tras un silencio inquebrantable, no se había movido ni un centímetro; a pesar de la Kitsune le suplico por que fuese a descansar.

Pero el se negó, quería estar presentes por si cualquier cosa pudiese pasar. Estando cruzados de brazos, apretó sus dedos contra su brazo, al ver por el mediodía, el estado en el que el Lord había sacado a la chica del gran salón, no podía contener la confusión; sin embargo un gran enojo apareció en él cuando el demonio se largó del lugar sin decir palabra y al parecer; sin pensar en la humana. Aquello le molestó tanto, pero no dijo nada, subió y permaneció vigilante en la habitación.

Se podría decir que todo el castillo tuvo casi la misma reacción, desconcertados veían como el youkai se alejaba a paso veloz del palacio, como si no quisiera estar en aquél lugar, o si huyera de lo que había pasado, dejando un mensaje de que no mantenía importancia alguna sobre lo que había acontecido. Muchos se lamentaban por la humana, debido a que sabían que ella le tenía mucho aprecio...

Lo que hizo el Daiyoukai no fue muy lindo de su parte, si Rin despertaba y se enteraba de que el amo se había ido en cuanto ella enfermó; se deprimiría bastante. Solía hacer eso cuando se estrellaba contra ella las muestras de frialdad del demonio.

Las youkais encargadas de la cocina, se pusieron alerta sobre cualquier pedido medicinal que pudiera surgir para la chica, si bien; al principio casi nadie le prestaba atención, pero Rin había logrado dejar una fuerte impresión con los del palacio después de la batalla contra Kumone, los sirvientes no podían creer lo que escuchaban de los soldados que fueron testigos de la fuerza de la muchacha en combate contra un demonio, además de haber ayudado al gran Sesshomaru (esto lo último no lo divulgaban, era demasiado delicado como para cuchichearlo entre los pasillos)

Después de aquello, ella logró convertirse en el centro de atención, excepto que ella no lo sabía. No se daba cuenta de las miradas de interés tras sus espaldas, ni la atención con la que de pronto los sirvientes le tenían. En alguna ocasión Jaken se lo había mencionado, sin embargo ella no prestó atención alguna hacia esto.

En ese instante, el demonio sapo entró con tres tazas de porcelana llenas de té, ademas de una cara bastante preocupada, enseguida cerró la puerta.

-Aún no despierta ¿cierto?.-Preguntó acercándose a la kitsune estirándole la bandeja, y ella tomó de ahí una taza de humeante té, hizo lo mismo con el guerrero.

-No y lo peor es que las medicinas no parecen funcionar. No mejora ni un poco...-Murmuró la mujer zorro.

-Jaken ¿El amo ya regresó?.-De pronto habló Ryuji.

Estaciones de una vidaWhere stories live. Discover now