XIII

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La gente ayuda a la gente,

y si sientes melancolía

dame tu mano y yo la sujetaré.

(People help the people - Birdy).

Observó a Maxine, que acababa de cerrar su maleta, para esperar que su padre pasara por ella. Después de estar con Madison, se pasó el resto de la noche intentando comprender porque su hermana pretendía marcharse. Estaba poniendo lo mejor de sí mismo para arreglar las cosas con ella y despedirse en buenos términos, porque en un punto entendía que a donde ella iría tendría grandes oportunidades para estudiar, probablemente su padre podía pagarle algunas de las mejores universidades. Sin embargo, Thayer juntó sus ahorros dentro de un sobre, listo para extenderlo a su hermana.

— ¿Y esto qué es?— cuestionó ella, mientras se daba cuenta de que contenía dinero. —No, ni lo pienses. Esto es tuyo, además estaré allí con mi papá— quiso regresárselo, pero Thayer no lo aceptó.

—Lo sé— se cruzó de brazos. —Pero quiero que lo tú lo tengas, por si acaso— la realidad era que aún no confiaba del todo en el hombre. —Estarás en una ciudad nueva y si de pronto quieres regresar, esto te servirá— agregó, sin más motivos. Maxine lo miró, poco convencida, pero de todas formas guardó el sobre en su bolso.

—No sé porque te preocupas tanto. Voy a estar bien— le dio una sonrisa, de esas que ponía cada vez que intentaba convencer a su hermano mayor de algo. A menudo lo lograba.

—Espero que me llames y no te olvides que soy tu hermano.

—No sería capaz. Además, sé que si no te llamo mi celular terminará colapsando por millones de llamadas tuyas— los dos sonrieron en una leve carcajada y el timbre interrumpió aquel sonido. Se sintió bien, que por un instante, volvieran a ser los mismos de siempre.

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Abrazó a su hermana tan fuerte, antes de dejarla correr hasta el auto, donde la chica empezó a acomodar sus bolsos y maletas. Albert quedó ante Thayer, justo a la salida de la casa. El hombre le extendió un papel, que contenía varios datos anotados.

—Aquí está lo que pediste. Teléfonos, direcciones, como llegar a la casa, las universidades que visitaremos. ¿Es suficiente?— preguntó, quería dejar satisfecho al muchacho, ganarse su cariño. Sin embargo, Thayer no demostraba ser una persona fácil de ganar, mucho menos con él, a quién no creía digno de su confianza.

—No. Tal vez consiga quedarme más tranquilo cuando mi hermana me dé por seguro que está siendo feliz— aclaró, como primer punto. —Todavía no entiendo de donde sacas el valor para aparecer así.

—Aparecí así porque me enteré que tenía una hija. Apenas lo supe quise conocerla de inmediato, nunca la habría dejado si tu madre me hubiera dicho que estaba embarazada.

—No menciones a mi madre— al oír que la nombraba, tomó otra postura, más distante y preponderante. A pesar de que los había abandonado, Thayer la seguía considerando como una figura casi intocable que sacrificó todo lo que tenía para darles siempre lo mejor. —Ella hizo todo lo que pudo. Te perdiste a Maxine porque desapareciste y ni siquiera te importó llamar para preguntar cómo estaba todo. Porque te recuerdo, no olvido que venías a casa a menudo— resaltó, probándole que tenía muchos motivos para desconfiar. —Que mi hermana se vaya ahora contigo, no significa que estoy confiando en ti, sino que confío en ella y supongo que si decidió esto, por algo será.

—Voy a darle todo lo que no pude darle en todos estos años.

—Ya lo veremos— murmuró, sin desistir de su falta de confianza. —Pasé toda mi vida cuidando de Maxine y de hecho, nunca dejaré de hacerlo. Te juro, por lo que más quieras, que si llega a pasarle algo malo, te lo haré pagar— le advirtió, emanando seguridad en cada una de sus palabras. —Cuídala más que a tu propia vida.

Mi salvaciónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant