IV

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"Las palabras serias son difíciles de asumir,

bajo presión, las cosas preciosas se pueden romper,

y la forma en que me siento es difícil de fingir,

así que no renunciemos al juego".

(Please don't say you love me - Gabrielle Aplin)

Madison despertó por la mañana muy temprano, después de una noche terrible. Tuvo como tres pesadillas seguidas y sus intentos por dormirse fueron pésimos, hasta que consiguió conciliar el sueño apenas por un par de horas. La tarde anterior se vio obligada a hablar con su jefe y le aseguró que ese día haría tres turnos seguidos (mañana, tarde y noche), para recompensar las horas perdidas. Su jefe se mostró conforme ante esa idea y lo aceptó. A duras penas se levantó de la cama, cumplió con la rutina de todas las mañanas y cuando estuvo arreglada, bajó a la cocina. Un café acompañado de cereales fue su desayuno, mientras revisaba su teléfono celular, aunque no tenía ningún mensaje muy importante. A excepción de su madre, que se disculpaba y decía que tampoco podría ir a casa ese día. Le respondió rápidamente con un "no te preocupes, mamá" y terminó de desayunar, antes de que se hiciera tarde.

Revisó el buzón de correo antes de irse, donde como de costumbre, se encontró boletas de la clínica y otros costosos gastos médicos que se debían a su hermano. Principal razón por la que no podía dejar su trabajo. Su familia la necesitaba. También encontró otra carta que provenía de la universidad, ofreciéndole una oportunidad para estudiar. Sabía que tendría que decir que no, porque irse a estudiar significaba más gastos, gastos que no podía permitirse. De todas maneras, guardó el sobre en su cartera, abundada en la tristeza de tener que negarse.

Cerró la puerta de su casa y se fue a trabajar, haciéndose la idea de que tendría que soportar una larga jornada.

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— ¿Tenemos que ir? ¿Sí o sí?— Lexie le acababa de decir a Thayer que esa noche se reunirían con sus amigos de la universidad. Habían reservado una mesa en Trix's (lugar donde Madison trabajaba, sí, Thayer lo recordaba) y él también estaba invitado.

—Por favor, amor. Ya les he dicho que iríamos— le insistió.

—Ve tú. ¿De acuerdo? Te llevaré y luego voy a recogerte. Es que no quiero dejar sola a Maxine. Todavía se está recuperando y...

—No me pongas como excusa Thayer, te estoy escuchando— gritó Maxine desde su habitación. —Ya no tengo cinco años, puedo cuidarme sola.

Lexie lo observó, suplicando con una sonrisa angelical.

— ¿Lo ves? Va a estar bien, no vendremos tarde, lo juro— volvió a insistir. Thayer estaba quedándose sin excusas y seguir negándole la salida a su novia ya no era una opción.

—Bien, de acuerdo. Vamos a ir— dio por hecho que participaría del plan, a pesar de sus pocos ánimos. Las marcas en su cara aún seguían ahí. Madison sabía la verdad, Lexie le creyó cuando le dijo que se accidentó trabajando.

♡♡♡♡♡♡

Ser simpática, en eso coincidía parte de la tarea de ser camarera. No podía atender a la gente desanimada, tenía que parecer amable y paciente, a pesar de que por dentro sintiera todo lo contrario. Así es como tuvo que forzar su sonrisa cuando vio entrar a Lexie y tras ella, a Thayer. Para su alivio no venían solos, junto a ellos llegaron otros chicos y chicas, parecían ser todos amigos de Lex. Madison no había imaginado tener que soportar esa noche viendo como otra disfrutaba del chico que a ella le gustaba. Apretó los dientes, fingiendo que hacía cualquier otra cosa, mientras observaba con disimulo como todos se acomodaron alrededor de una de las mesas. En realidad, sus ojos estaban posados en Thayer qué por un instante, le echó una mirada que la hizo sentir morirse de pena. La acababa de descubrir, mirándolo.

Mi salvaciónWhere stories live. Discover now