XI

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"Los amigos

deberían dormir en otra cama,

y los amigos no deberían besarme como haces tú,

y sé que para todo hay límites,

pero mis amigos no me querrán como tú"

(Friends – Ed Sheeran)

Habían pasado dos días después del beso y aunque sonara increíble, no habían vuelto a hablar. Madison, quién trataba de proteger sus sentimientos y no ilusionarse, dio por hecho que él continuaba con su novia y lo que pasó esa noche, no había sido más que un beso sin demasiado sentido. Era sábado y la hora de la fiesta se acercaba. Sus ganas no eran las adecuadas para ese tipo de salidas, pero se obligó a ir, porque se comprometió con Rose y sus amigas diciéndoles que iría. Después de todo, sería mejor que quedarse en casa. Sus padres estaban allí, descansando, porque tuvieron una semana agitada acompañando a su hermano en el hospital. El chico había empeorado, Madison pasó a verlo y como cada vez que lo hacía, salió del sitio destrozada. Quería olvidarse de eso. Su hermano le pidió que no se privara de vivir la vida de cualquier chica de su edad. Su hermano le hizo prometer que se divertiría, que se permitiría sonreír. Madison se lo prometió y ahí estaba, intentándolo. Se sonrió a si misma frente al espejo. Era fuerte. Podía con aquello. Y cuando estuvo lista, espero a que sus amigas pasaran por ella.

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Estaba cansada de ser siempre la que se quedaba callada, la que se mantenía en su lugar, la que jamás llamaba la atención. La rutina la agobiaba, le quitaba el aire y necesitaba hacer algo que la hiciera sentirse diferente, sin miedos, pero no sabía qué. Había aceptado salir con sus amigas a la fiesta y en un principio, cuando llegaron, podía asegurar que se divirtió. Se acopló a la música en cuantos puso el primer pie en la pista, accedió a los tragos que le ofrecían y antes de poder detenerse a sí misma, Madison se había excedido. Reía a carcajadas repleta de una euforia inusual en ella, nunca nadie la vería de tal forma en un día normal.

Vio a Thayer a unos metros más allá, parecía estar con algunos amigos. Solo hombres, ninguna chica llamada Lexie cerca, por lo tanto, nada le impedía acercarse a saludarlo. No era que quisiera robarle el novio a otra, pero Thayer le gustaba tanto y temía que Lexie pudiera intuirlo al verla cerca de él. Quería ocultar frente a la gente lo que le pasaba con el chico, pero los sentimientos eran más fuertes y la llevaron directo hacia él.

—Thay— cuando toparon las miradas, elevó una mano para saludarlo mientras se acercaba. Estaba siendo impulsiva, el alcohol era el principal culpable, pero mezclado con sus emociones hacían una combinación explosiva. —Qué raro verte solo. Solo con tus amigos porque tú siempre... Bueno, no importa— río sin sentido, notando que Thayer la observaba con los ojos entrecerrados pero cargando una sonrisa divertida.

— ¿Yo siempre qué?

—Nada, nada. Disfruta de tu libertad mientras puedes, ¿sientes la música? Deberías ponerte a bailar— Madison se movió al compás de uno de los hits del momento que sonaba en el lugar, consiguiendo que la sonrisa de Thayer se ampliara y dio un sorbo al vaso que cargaba en una de sus manos.

—Mad.

—Sí, ¿Thay?— ella continuaba bailando, como si nada importara.

— ¿Con quién viniste?— él se acercó para hablar cerca de su oído, la música estaba muy alta e impedía que se escucharan normalmente.

—¿Te importa con quién vine?— Mad volvió a beber, un trago tan largo que casi alcanzó a dejar el vaso vacío. —Con mis amigas— señaló a las chicas, cada una se encontraba en lo suyo. Todas tenían alguien con quién pasar la noche, excepto Madison. Nada nuevo, estaba acostumbrada a ser la que se quedaba sola. Bebió el último sorbo y volvió a reír. —Voy por más, no te muevas, Thayer ¿okey?— también le habló al oído, ayudándose al sostenerse en uno de sus hombros. La diferencia de altura era notable.

Mi salvaciónWhere stories live. Discover now