Capítulo veintiuno: Miren quien decidió aparecer

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Si hay algo que me gusta  de América es el calor… Probablemente alguno que otro chico, pero definitivamente el calor que hace en algunos momentos definitivamente solo me provoca guardar todas mis cosas  en una maleta e irme para no volver.

¿Lo que probablemente me guste menos? No lo sé, me gusta ir a las playas, lo que realmente detesto, justo ahora, es la irritación que tengo entre mis piernas… Yo tengo algún tipo de maldición o algo parecido, porque como que todo lo malo me pasa a mí.

Como de costumbre, agarro fuerte el volante y respiro profundo, estoy temblando levemente, no sé porque olvidé ponerme mi sweater hoy, me armo de valor y suelto el volante para agarrar mis cosas y bajarme lentamente del auto… Realmente muy lento.

Aprieto mis labios cuando comienzo a caminar y cerrar la puerta, escucho un silbido y me pongo algo tensa, levanto la mirada y me encuentro a Jay mirándome con una sonrisa burlona, no puedo evitar sentir el calor en mis orejas, no sé porque lo veo de una manera diferente hoy. Se ve un poco más guapo de lo normal.

— Miren quien decidió aparecer —dice dando unos pasos hacia mi, yo me quedo completamente estática—, ¿Qué te pasa? —frunce el ceño— Te ves como… No lo sé, ¿Asustada?

— No es nada —intento hacer un gesto que le reste importancia, pero no estoy segura de lo que me sale porque él se está riendo .

Se acerca hasta mi y se inclina un poco para estar a mi altura, me ve fijamente y aprieta los labios para no reirse.

— ¿Estás segura que todo está bien?

De mala gana comienzo a caminar, pero al escuchar la risa de Jay me paralizo y me siento demasiado avergonzada, siento sus manos en mis hombros y su respiración en mi oído.

— ¿Por qué caminas como un pingüino Sky? ¿Pasó algo que no quieres decir?

Me volteo bruscamente para quedar cara a cara con él.

— Basta Jay —digo un poco molesta, él me levanta una ceja y quiero golpearlo en la cara.

— ¿Qué pasa? ¿No quieres decirme?

— Deja las estúpidas bromas —me cruzo de brazos y me alejo un poco de él—, solo fui a la playa y me irrité, no es nada del otro mundo.

Él se pone una mano en la boca para evitar reirse, lo fulmino con la mirada, pero él sigue haciendo su mejor esfuerzo para no reirse con todas sus fuerzas en mi cara.

Le saco el dedo medio cuando suena el timbre y trato de dar pasos cortos para que no me moleste la irritación.

Me toma una eternidad, pero finalmente entro al salón de biología, segundos después entra Ale, quien me ve fijamente por un momento y luego sonríe antes de sentarse a mi lado.

Me quedo en silencio, tamborileando mis dedos sobre el escritorio de madera, muchas personas nos ven fijamente, y el ruido es algo ensordecedor, y en estos pocos segundos que se hacen minutos me doy cuenta de que Ale me agrada, me agrada mucho, él solo está sentado ahí, garabateando en su libreta, sin decir ni una sola palabra, y no sé porque extrañamente encuentro eso agradable, porque cualquier otra persona estaría bombardeandome de preguntas, queriendo saber donde estuve estos últimos días, o haciendo lo mismo que Jay, burlándose por como estoy caminando o algo parecido.

Ale solo está ahí, haciendo presencia, y me gusta. Me gusta que solo haga eso porque me da la sensación de que de alguna manera él está ahí.

— ¿Cómo estás? —pregunta finalmente en un tono bajo, algo distraído.

Una extraña sensación me recorre el cuerpo, me estiro un poco, haciendo que él voltee a verme y le sonrío, él frunce el ceño, un poco confundido por mi gesto.

— Todo bien.

— ¿Qué tal tus pequeñas vacaciones?

— Definitivamente las necesitaba —respondo apoyándome en el escritorio, él asiente y vuelve su atención a lo que sea que estaba escribiendo.

El profesor entra, y doy por terminada nuestra pequeña charla.

Me ha costado mucho caminar como si nada estuviera pasando, me siento a paso de caracol, pero finalmente he llegado a la cafetería, me siento en la mesa de siempre y comienzo a mordisquear una fruta, realmente no tengo hambre. La mayoría de las personas que van pasando me ven un poco extrañados, yo hago mi mejor esfuerzo para ignorarlos, incluso saco mi teléfono y comienzo a leer mensajes viejos. Cualquier cosa para distraerme mientras espero a Cassidy.

Llego a los mensajes que me envió Max el día que esos hombres me atacaron y me siento rara, de inmediato me salgo de los mensajes y al levantar la vista veo a mi mejor amiga caminar hacia mi, con una enorme sonrisa que me hace sentir un poco más tranquila.

Ella se sienta y me ve con esa expresión de felicidad que solo me hace reir.

— ¿Dónde has estado? —hace un pequeño mohín— No has contestado ninguno de mis mensajes, ninguna llamada caía… Estaba preocupada, y ahora Jay dice que caminas extraño.

La sonrisa enseguida se borra de mi cara y me entran ganas de ir hasta donde sea que se encuentre Jay y golpearlo fuerte en la cara.

— Mi papá me dijo que tenia que hacer unas cosas para su nueva película y que iba a quedarse en casa de su hermana, me pidió que lo acompañara —me encojo de hombros—, creo que realmente necesitaba un pequeño tiempo.

— ¿Te fuiste a California? ¿Qué? ¿Por 4 días? ¿Y no me dijiste nada?

Me encojo de hombros sin ganas de decir mucho, estaba bastante estresada y ese pequeño viaje me ayudó mucho. Ahora, lo que me da verguenza decir es que debido a la fama de mi papá puedo ir y venir cuando quiera.

— Debiste decirme —dice un poco molesta.

— Lo siento, fue algo inesperado…

— ¿No me trajiste nada?

Niego con la cabeza y de reojo veo a Ale caminar junto a nuestra mesa, me preparo para quedarme callada,pero para mi sorpresa él sigue de largo, no puedo evitar seguirlo con la mirada y ver como se sienta junto a su hermano.

Algo confusa volteo a ver a Cassidy, ella hace una mueca con la boca y comienza a hurgar en su comida.

— ¿Me perdí de algo? —pregunto un poco molesta.

Cassidy niega con la cabeza y la boca llena de comida, traga grueso y me ve como si estuviera algo nerviosa.

— Solo algunos planes para el evento de adopción que tenemos en dos semanas.

— Cassi, hablo de Alex…

Se encoge de hombros y comienza a meterse demasiada comida en la boca, la conozco y sé que es un gesto desesperado por mantenerse callada.

El timbre suena y ella se pone de pie rápidamente, la veo botar casi la mitad de su comida y por un momento me siento frustrada. No puedo caminar tras ella, maldita irritación.

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Les informo que mi Microsoft no sirve :( por ende estoy trabajando en GoogleDrive, y les digo que es un completo fastidio porque es una configuración toda extraña, no saben cuantas veces tuve que editar este capitulo :/  así que para el otro tengan un poquito de paciencia... Estoy tratando de adaptarme 

Diferentes [D#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora