Capítulo uno: Mickey Mouse

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Miro por la ventana de mi auto, las nubes están empezando a formarse en el cielo y es obvio que comenzará a llover pronto... Pero no es eso, hay algo completamente extraño en la calle, mi calle. Miro a la puerta de mi casa, todo parece tranquilo, pero la mala vibra no viene de ahí, viene de la casa de al lado.

La casa que ha estado vacía desde que tengo uso de razón, me parece ver a alguien pasar por la ventana, logrando que toda mi piel se ponga de gallina.

Una gota comienza a caer en la ventana, luego seguida de otra y en cuestión de segundos están cayendo muchas gotas sobre mi auto, tomo una bocanada de aire y abro la puerta, abrazo todas mis cosas en mi pecho, asegurándome de no mojar nada mientras cierro la puerta rápido y corro hasta la entrada de mi casa.

Empujo con mi pie la enorme puerta de madera y esta se abre lentamente, no he terminado de entrar cuando escucho el grito de mi mamá.

— ¡Skyler no entres con los zapatos mojados! 

Me encojo de hombros cuando su grito llega hasta cada rincón de la planta baja de la casa, me saco las botas y las dejo en una esquina, recordándome a esas películas chinas, comienzo a caminar con cuidado por el piso de madera, tratando de no resbalarme, hasta la mitad del pasillo de entrada, en donde está la puerta de la oficina de mi mamá. Con cuidado la empujo con los pies porque aún tengo cosas en mi brazo.

Ella ni siquiera se ha dado cuenta que abrí  la puerta. Su cara está escondida detrás de su laptop, sus dedos vagan por el teclado de la manera más rápida que he podido ver en toda mi vida, su escritorio de madera está repleto de hojas, bien sea arrugadas o en perfecto estado.

Me aclaro la garganta y ella sube la mirada, sus ojos hazel, mirándome a través del cristal de sus lentes. Sonríe ampliamente y puedo ver los hoyuelos demasiado familiares. Su cabello rubio oscuro, recogido hacia atrás, de manera que no le estorbe mientras escribe, la hace ver un poco más joven.

— Hola ma —digo finalmente.

— Hola querida, ¿Cómo estuvo el trabajo?

— Igual que siempre... Tengo algo de hambre.

— Hice galletas —dice demasiado animada—, come un poco.

— Ok.

—  Ah... Y hay nuevos vecinos, puedes ir a saludarlos, llévales algo de galletas.

— Uhm... No, gracias.

— Sky, no era una sugerencia —pone esa típica mirada de Soy tu madre y tienes que hacer todo lo que yo diga—. Puedes invitarlos a cenar esta noche.

— Mamá... Pueden ser viejos asquerosos, violadores... ¿Qué pasa si son acosadores?

— Sky, basta.

— Cualquier cosa puede pasar, mamá.

— Skyler, ve a llevarle las galletas y a invitarlos a cenar en nuestra casa esta noche. Y por favor, sé amable.

— Bien —respondo de mala gana—, iré a darme un baño y luego saludaré a los estúpidos vecinos.

Salgo de su oficina antes de que pueda regañarme por decirle estúpidos a los vecinos, intento caminar lo más rápido posible para llegar a las escaleras, pero en el transcurso me deslizo y comienzo a patinar por la sala de estar. Me muerdo el labio para no gritar, pero pierdo el control y termino por estrellarme contra la pared, haciendo que los cuadros en esta se sacudan.

— Sky —grita mi mamá— ¿Estás bien?

— De maravilla —le respondo mientras tanteo mi cara para asegurarme que el golpe no haya sido demasiado fuerte.

Diferentes [D#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora