I.

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CAPÍTULO 1

"La metanoia de nuestra historia inició cuando nuestros caminos se entrelazaron. Nunca creí que el viaje que emprendería sería despejar mi mente, abrir mi corazón y dejar libre mi espíritu. No sabía lo mucho que carga el alma cuando se vuelve dependiente del ayer. Era en el sentido más vulnerable y profundo. Una angustia que vuelve como el fuego ardiente y quema como lo anhelo y la agonía mental. La inquietud que el futuro nos hace temblar y la dulce seducción de un nuevo amor. Al final toda hitoria nunca llega a su final porque apenas esta empieza. Este es el inicio de lo nuestro y lo que alguna vez contarán las estrellas"  

2 de enero de 2009. Madrid, España.

G A B R I E L A

"Los planes nunca fueron hechos para seguirse al pie de la letra. Tenía muchos planes con él. O más bien, tracé mi vida alrededor de una persona que no lo merecía. Por suerte nunca se cumplieron o estaría condenada. Mi vida dio un giro inevitable, brusco e incomprensible pero sin él, seguiría siendo esa niña ingenua.

Fui ingenua como toda joven, alimenté mis sueños de ilusiones y llegué a cegarme. Promesas vacías y falsas expectativas. Construí mi personalidad por querer la aprobación de la gente a mi alrededor, cuando estaba llena de mentiras que eran ajenas. La peor parte fue la caída, una caída que me reestructuró el plan de mi vida y me volvió a la realidad.

A pesar del largo camino, eran noches donde todavía sentía su mirada, una mirada fría y oscura, que me recriminaba. Era remordimiento porque sentía la culpa palpable en mi piel. Me sentía sucia. Sabía que debía dejarlo atrás aunque no podía abandonarla, ni a ella ni a su recuerdo. Ella no lo merece. Tenía libertad pero remordimiento. ¿Cuándo dejará de doler?

Quién diría que esa prueba y esa decisión me llevarían a arrepentirme todos los días de mi vida pero me harían ¿libre? ".

Las calles de Madrid eran únicas; vidas antiguas detrás de cada esquina y nuevos rostros que nunca más volveré a ver. Las plazas verdes, el cielo celeste, la bandera española en lo alto. Aire puro y monumentos con espíritu del pasado y su historia. Algunas protestas, carteleras reflejando que aún el pueblo español no ha perdido la esperanza y las pañoletas representando un futuro incierto. No eran rascacielos los que acompañaban las calles viejas, sino aquellas fachadas que parecía que tocase el cielo. O esa era mi percepción. Lo miraba maravilloso porque mi alma tenía esperanza.

La misma que he luchado por no perder y que me ha mantenido con viva desde que tengo memoria.

Fue en el primer tren que cogí, a la primera hora de la mañana, para irme sin decir adiós. No era como si tuviera opción. Debía dejar de mirar para atrás. Me sentía culpable por poner mi mirada en mi futuro, en lo que podría alcanzar. Aunque era lo único que me tocaba hacer, no podía cambiar mis decisiones ni mi pasado. Si me estanco, la estaría decepcionando a ella. Tal vez fui cobarde pero necesitaba huir antes de poderme perder en la depresión y la culpa. Quedarse no era una opción, no podía volver. Y desde el momento que huí aprendí una lección: nada es para siempre y el único soporte que tendrás serás tú, nadie más. Debía ser autosuficiente y fuerte para mí, vivir el día a día, o más bien sobrevivir. Gané libertad física —libre de prejuicios, ataduras y personas que ponían peso sobre mis hombros—, aunque también lo perdí todo.

Es mentira cuando te dicen que puedes escapar de tu pasado, pude haber huido pero la sangre corría por mis manos, y me atormentaba cada noche. Todavía hay una historia que no se ha contado y permanecerá en lo más profundo de ser como una caja de pandora. No quería abrir mis viejas emociones, suficiente con cada noche.

Nunca podemos dejar el pasado, al menos que lo enfrentemos. Quería un poco de libertad y soy esclava de mi propio remordimiento. Algo que no me deja dormir y me estancó desde mi día uno. No puedo seguir, no puedo hacerlo sí ni yo me he perdonado, si ella no me ha perdonado.

Hermosa Imperfección (Beautiful Imperfection)Where stories live. Discover now