XXIII

196 16 0
                                    

Capítulo 23.

"Te amo, sencillo y sin peros. Te deseo, con mi cuerpo y corazón. Te adoro, porque te encontré sin buscarte y fuiste ese tesoro, que cambió mi vida. Así de sencillo es el amor, tan fácil es amar cuando es recíproco. El cielo vino a mi, me dijo un secreto, se lo dijo a la tierra para que guiara mis pasos hacia ti.

Así era de sencillo.

Hasta que vinieron las dudas a mí, vino la incertidumbre a la posibilidad de perderte para siempre. Cuando no tenía nada, no tenía miedo, ya me lo habían arrebatado todo, la vida no bastaba. Ahora tú estas en ella y no quiero perderlo.

Me reafirmas, me abrazas pero a veces no estás... y los miedos me invaden. Me invadieron cuando me cortaron mi melodía, nuevamente. ¿Qué había de mal en mi? ¿Qué había hecho? ¿Decidir? O era el vano deseo de perseguir mis sueños.

Tal vez los sueños cambian, nuestros caminos se bifurcan.

Nuestro amor era el wabi sabi, habíamos encontrado lo bello en lo imperfecto; habíamos hecho arte como en el kintsugi, reparar con oro lo que muchos creerían como roto. Le ponemos tiempo, esfuerzo... a entregar nuestros miedos para repararnos.

¿Y si no era suficiente? ¿Y sí aún estamos rotos? ¿Y si nos estamos por romper? Entonces quedarían vacías nuestras palabras y la retrospectiva de nuestras decisiones serán lamentos y muchos arrepentimientos. Un corazón roto creado por expectativas no cumplidas y creer que lograríamos alcanzar el sol.
Me equivoqué...

Perdóname. Perdóname porque por mí nos dejamos de amar. "

G A B R I E L A

Colliur, Francia. 19 de mayo de 2010.

Daniel dormía, sereno... abrazándome. Yo no podía dormir, aún me persiguen las palabras del médico.

"Lo mejor es dejarlo ir, tu cuerpo no está listo"

"No creo que puedas concebir".

Y eso me hizo desearlo aún más.

Nunca me sentí preparada para ser madre, y ahora posiblemente no podría concebir. Era un milagro que mi melodía todavía crece, todavía tiene fuerza para luchar.

Mi cuerpo está luchando, mi cuerpo lo quiere lejos de mí.

He perdido dos melodías, he intentado conservar la esperanza pero no.

La primera vez tuve miedo y me arrepentí. La segunda vez tomé mi decisión pero mi melodía estaba de acuerdo conmigo. No era mi tiempo.

¿Ahora lo es? Apenas tengo veinte años pero la idea de que no tenga esperanza en el futuro, hace que me aferre. ¿Cómo se lo diré?

Tengo insomnio... ¿qué es lo mejor para mí? ¿Por qué debo pasar por este sufrimiento solo?

Salí a la terraza y tenía la ansiedad de fumar, pero no podía... Apreté mis manos con fuerza y salí a ver la luna, su brillo estaba en la cima del mundo. Miré la costa, tan pacífica, las calles vacías y yo traté de reprimir mis lágrimas.

Habíamos venido al pueblo favorito de Daniel, un pueblo colorido, medieval, precioso... habían flores contrastando la belleza arquitectónica. Daniel tenía ilusión, se miraba feliz, quería compartir algo de él conmigo. Sus mejores memorias, una ciudad que se adueñó de su corazón desde que la conoció. No quería apagar esa alegría...

Pero...

No puedo ocultarlo. Una parte de mí no quería decírselo porque viene el mundial, se ha preparado toda su vida para este momento y no quería desenfocarlo. Su madre tenía razón, él tenía derecho como yo de compartir mis alegrías y preocupaciones. Daniel sería mi soporte y yo sería el suyo, por eso somos un equipo.

Hermosa Imperfección (Beautiful Imperfection)Where stories live. Discover now