Capitulo 7

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Ver su cara, después de todo lo que sucedió en la noche, fue un ataque a sus nervios.

Allí estaba, sentado en una silla junto a su cama y ojeando una revista, exclusiva del catálogo de dulces caros. Debía ser un sueño.

— ¡Al fin!— exclamo Killua al verlo despierto. Antes de permitirle decir cualquier cosa, le enseño la revista— ¿Cuál te parece la mejor oferta?— inquirió, señalando un postre de obleas, helado y lluvia de ciruelas— ¿Este?— Killua cambio la página por otra que tenía apuntada, señalando con su dedo otro postre figurativo— ¿O este?— Volvió a preguntar sobre la imagen de un pastel increíblemente alto, relleno de galletas y confites, con crema en cada esquina y cuya cúspide exhibía letras gigantescas, hechas con moldes de bizcochuelo y merengue, formando la frase "Día del Dulce".

A Kurapika le sudo una gota nerviosa detrás de su cabeza. ¿Era lo primero que se le ocurría decirle?

— No me digas que... ¿Vas a comprarlos?

— Quisiera comprar ambos pero llegue al límite de mi tarjeta. Debo elegir uno. ¿Qué opinas?

— El segundo es muy grande.

— Hah, me lo como en dos horas— sentencio Killua, tan espontaneo que nadie podría decir que no hablaba en serio.

— Tiene quince pisos...

— Lo que importa es la calidad.

— Mejor compra el primero, para no tener problemas de glucemia.

— ¿Qué es eso? ¿Se come?— pregunto, totalmente ajeno a esos temas preocupantes para la gente normal.

— Dios— Dio un suspiro, rendido— Compra el que quieras. Pero ten cuenta de donde lo compras.

— El pequeño lo hacen en Canadá y el grande lo hicieron en algún lugar de Italia.

— ¡No compres productos extranjeros! Te cobran el viaje.

— Con razón, así que eran los gastos de envíos a domicilio.

— Killua, seme sincero. ¿Tienes idea de lo que es ahorrar?

— Claro que tengo conciencia monetaria— Se cruzó de brazos, ofendido— Solo estoy dándome unos pequeños gustos.

— ¿Y cuánto cuestan esos "pequeños gustos"?

— Entre cinco y siete millones. Más gastos de envió.

— ¡Killua, para!— Con agilidad, le quito la revista de un manotazo y la escondió tras su espalda— Eres un derrochador serial.

— Oye, iba a compartirlo contigo— Se defendió para después poner su clásica mirada gatuna— ¿Qué tipo de cremas pasteleras te gustan a ti?

— Odio el merengue, pero me gusta la frutilla y la vainilla. ¿Por qué la pregunta?

— Comprare esas cremas para comerlas sobre tu cuerpo— menciono distraídamente, haciéndose la idea con una bonita sonrisa.

— De ninguna manera— Su labio inferior le tembló, con el color de la vergüenza subiéndole a la cara.

Killua lo miro con esos ojos cargados de malicia, desnudándolo con picardía. Presuroso, alzo las sabanas para cubrirse hasta el cuello, dándose por enterado que estaba milagrosamente vestido con su piyama. Un momento...No recordaba haber vuelto a la habitación y cambiarse. Menos invitar a Killua a su alcoba después de "eso".

—... ¿Me vestiste?

— Sí. ¿Quién más?

Y el desvergonzado admitía sus culpas sin pena.

Romance de VenganzaWhere stories live. Discover now