Capitulo 3

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La primera vez que lo vio, no le dio mucha importancia. La segunda vez, ese niño realmente lo sorprendió durante el Primer Examen.

— Sea un mono impostor o no, ¡Es una criatura viva!- Vocifero Gon, con marcado enojo— No tiene sentido que lo mates para probar que no es el señor Satotz.

Los aspirantes no se lo podían creer, Kurapika trago duro, Killua silbo impresionado, el mismísimo Examinador quedo atónito. ¡Pero que niño tan imprudente, enfrentarse así a ese hombre con aura endemoniada...!

— Oh— respondió Hisoka sutilmente, sonriendo con anchura. Todos quedaron petrificados del miedo, ¿Iría a atacar al niño de pelo puntiagudo por subirle la voz?— Comprendo, chico de la naturaleza.

Gon desinflo sus cachetes cuando lo escucho ceder. Detrás suyo todos los demás tenían la mandíbula por el suelo.

El Mago les hizo un gesto indiferente con la mano, alejándose del resto una vez confirmó la identidad real del Examinador, y se dirigió a la oscuridad solitaria de su cuarto, a pesar que era de día.

Allí adentro, su sonrisa se hizo más grande todavía y poco a poco emitió unos sonidos ininteligibles que gradualmente, se transformaron una risa estridente. ¡Pero que espécimen tan raro! Hisoka lo vio temblando de miedo, las rodillas a punto de desplomarse y el rostro pálido del temor porque le fuera a hacer algo, y aun así...pese a todo, ese niñato llamado Gon Freecs no solo le grito, sino que lo regaño en público. Que agallas tenía el chico.

La tercera vez fue en el taller mecánico, ni idea de porque paso la noche allí si se suponía que compartía un cuarto con el vengador de las Arañas pero daba igual. Lo realmente problemático fue contenerse las ganas de tirarse a su presa y devorarla, arruinarla, acabarla hasta que quedara irreconocible.

Su aura se volvió puramente maligna por la frustración de no cumplir sus más bajos instintos. A su vez, Gon no hizo algún comentario o intento de acercarse a él cuándo lo vio, tampoco le pregunto qué hacia allí y se durmió- Tal vez solo se acostó- en el suelo hasta que se aproximó el sol, e inmediatamente huyo de allí, de regreso con Kurapika.

Ya no contó los encuentros. Hisoka estaba plenamente seguro que después de esa experiencia traumática con su Nen de muerte, el niño de la caña de pescar no se le volvería a acercar en su vida.

—Aa-h, ¿Hisoka? Ten esto.

Que equivocado estaba. El joven valiente estaba de pie a tres pasos de él, mirándolo por encima porque Hisoka se hallaba recostado sobre un roble luego de encontrar la planta de té que Menchi pidió, esperando su turno para la evaluación.

— ¿Uh, un regalo?—susurro curioso porque Gon se quitara la mochila y de ella, sacara una manzana puramente rojiza como la sangre—Interesante, ¿A qué se debe esto?

—Yo...te escuche en el taller, murmurabas cosas...muy extrañas. Alcance a oír "manzanas" y bueno, pensé que tendrías apetito. Así que fui a recolectar unas cuantas, mira la que traje. ¡Está madura! Como te gustan.

Gon tendió su mano hacia él, manzana incluida, con una sonrisa que rivalizaba con el sol.

— Niño, tú- Sin costarle ni medio esfuerzo, cogió la mano extendida de Gon que seguía sosteniendo la fruta y sonrió con gusto cuando lo oyó gemir asustado— ¿Por qué lo haces?

— Q-, ¿Qué cosa?—balbuceo este, con nerviosismo. ¿Dónde estaba Kurapika, para librarlo de esa? Buscando recetas decentes de té en la cocina.

— Me tienes miedo, ¿Por qué te acercas? ¿Soy tu prueba de valor o qué? No me provoques— Su última oración la susurro mientras buscaba acercarse al menor, que en vez de poner una cara de pavor o tirar de su brazo para huir de él, Gon tomo aire rápidamente para relajarse— Me temes, ¿no es así?

Romance de VenganzaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu