Capítulo XXIX: Mi Niño

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Canción en multimedia: Afterglow – Taylor Swift – Lover

A veces cuando lo arruinas todo, no hay más que sentarte y sentirte miserable por haber arruinado lo único que te hacía sentir bien, o que al menos te hacía sentir menos mal contigo mismo. A veces cuando destruyes con tus manos lo que tanto te costó conseguir, decides lamentarte toda tu vida... o consigues hacer algo mejor e intentar remediar las cosas, ¿cómo reparas un espejo roto?

¿Era justo? No. ¿Así es cómo todo debió terminar? No. Claro que no, no lo era para nadie y menos para el omega que estaba en su casa comiéndose la cabeza de mil y una formas, el omega no merecía malos tratos, no merecía malas miradas y mucho menos merecía la traición, pero así fue como todo funcionó y no de la mejor manera.

Ahora nada más le tocaba sentarse a las afueras de su impoluta y recién construida casa de mármol blanco, mientras contempla un brazo extraño saliendo de la casa-búnker de Auron pensando en cómo pudo ser tan gil.

Hay veces que nos gana la inseguridad, o creemos que las reputaciones lo son todo, y claro, para él tal cosa era más que importante para sus planes, pero, ¿valía lo necesario y sigue valiendo la pena? ¿Le dio una oportunidad o sólo no dijo que no para aplazar más su sufrimiento? Tantas incógnitas y poco tiempo para resolverlas, sus problemas acabarían cuando el omega hubiese tomado su decisión.

Él pensaba que seguro le decía que sí, seguro le daría una oportunidad y pensaba en que tal vez no se la merecía del todo, pero le daba esperanza, una esperanza que no duraba mucho puesto que, ¿era Auron acaso el tipo de omega que dependía no sólo emocional sino románticamente a un alfa? ¿Era Auron como los demás? ¿Era Auron capaz de decir que sí sólo por complacer a su omega?

Después de tanto pensar y pensar, el alfa notaba que tal vez muy convencido de ello no estaba. Tenía mucho en su contra y poco a su favor, ¿cómo podría ganarse la confianza de alguien que nunca entregaba su corazón a menos que estuviera seguro en las manos contrarias? Luzu lo cuidó, lo protegió, pero a su manera, y su manera daba asco.

¿Tanto importó que no le vieron tan juntos de las manos por las calles? ¿Tanto importaba que sus dedos se entrecruzaran a la vista de los fisgones de turno? ¿Tanto importaba que sus andares fueran interceptados por ojos por todas partes dispuesto a juzgarlo en cada paso que daba? ¿Valía más la alcaldía que su "misterio"?

Desde el punto de vista del triste, nunca sabrás lo que el "agresor" sintió, y créeme necesitas ambas versiones para crearte una opinión.

El alfa no era de este tipo, del de jugar con omegas y dejarlos cuando se cansara de ellos, no era su estilo. Sí tuvo uno que otro encuentro del tercer tipo con uno que otro omega por ahí, pero nunca había sentido ese toque eléctrico que sintió cuando su mano encontró a la de su omega, sintió un escalofrío recorrerle la columna y su alfa quería estar siempre donde el omega estuviese.

Una vida llena de halagos, llena de beneficios, llena de palmaditas en la espalda y de "enhorabuena" por cada acción que decía, siempre con miradas de aprobación, siempre con gestos de admiración, siempre respeto ganado a través de la simpatía, a través de la paciencia, a través de la amabilidad. Pero, ¿qué pasa cuando esas miradas ya no proceden de eso? Cuando esas miradas o esos gestos ya no son de admiración o de felicidad sino de repugnancia.

Fue un golpe duro sí, ver cómo su reputación iba para abajo en vez de para arriba, ganó la alcaldía y claro, sintió de alguna manera que eso apaciguaría las cosas, pero no hizo más que aumentarle su inseguridad, esa creciente incertidumbre de cuánto le duraría el gusto y no empezarían a creer que el alcalde ya no era más el indicado.

Un Omega en Apuros // LuzuplayWhere stories live. Discover now