Capítulo 8. Segundo piso

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-Hey... Despierta... Vamos, gandul, que ya es de día.

-E-eh... -Me desperezo un poco y abro mis ojos un poco.-

Lo ultimo que recuerdo es que esas blancas escaleras empezaron a ascender, y luego que nos desmayamos todos al pasar por un cúmulo de nubes grisáceas. Pero, cuando levanto mi vista, no estoy viendo un cielo celeste iluminado por el sol, o uno oscuro iluminado por el fuerte brillo de las estrellas y la luna, sino que estoy tumbado encima de algo cómodo, probablemente una cama, mirando a un techo hecho de una oscura madera. Y una figura me sacude levemente, haciendo que me incorpore y la mire, y instintivamente, sonrío a una Violet que esperaba pacientemente con una Elena en su espalda, mirando como me desperezaba poco a poco.

-Hey, chicas... ¿Que hacemos aquí...? ¿Y los demás?

-No te preocupes, están todos bien. -Violet sonríe, aunque un poco preocupada.

-Violet, algo te preocupa... Lo noto en tu sonrisa.

Violet da un pequeño paso hacia detrás, pero eso no impide que Elena se me tire encima como si una niña pequeña se tirara a una piscina de bolas. Pero, no se como, el impacto no me ha hecho ningún daño, como si ella no pesara absolutamente nada.

-¡Abrazo!

Y se lanzó encima mía, abrazándome, un poco sonrojada pero muy alegre. Ambas estaban preocupadas, puedo suponer que he sido el último en despertar por ello. Llevo mis manos a apartar a Elena y ponerla en mis hombros y me percato de algo que hay en la punta de mis dedos: una energía negra que los cubre, como si se hubieran quemado, pero a la vez emiten una leve magia que parece muy poderosa. Y mi tono de voz cambia muy de repente, como si Ray haya vuelto de nuevo a mi cuerpo, y mis ojos dan un leve brillo morado, mientras miro directamente a Violet, completamente serio y de brazos cruzados.

-Es esto lo que te preocupa, ¿cierto?

-S-si... -Estaba inquieta.-

Y vuelvo a la normalidad, haciendo que mis ojos vuelvan a su tono grisáceo habitual, y la humilde voz que escuchaban al haberme despertado vuelve.

-¿Bueno, vamos con los demás o me vuelvo a dormir?

-Cla-claro... Están todos abajo, desayunando. Voy adelantándome y avisando al resto.

Y Violet sale de la habitación, cerrando la puerta y bajando por las escaleras que llevan al piso de abajo, mientras que Elena, aun un poco asustada, esta en mis hombros, sollozando silenciosamente.

-E-Elena... N-no llores, por favor. No va a pasar nada, estaré bien.

-¿M-me lo prometes...? -Ella sonreía, aun llorando.-

-Te lo prometo.

Y, entonces ocurrió. Con unos veloces movimientos, saltó de mi espalda, se acercó a mi rápidamente y me robó un beso. El primero. Si, en dieciséis años de edad no había dado ningún beso... Hasta ese momento. Y ella se retira, sonrojada como un tomate al igual que yo, atravesando la puerta hacia las escaleras que se dirigían hacia abajo. Entonces me miré las manos, las apreté y asentí decidido.

-Zero... Derrotaré a Paradox y salvaré el multiverso. Haré que todos los descendientes estéis orgullosos de mi, Nathan, el decimotercero.

Entonces, un poco más tranquilo, salgo de la habitación y bajo las escaleras que bajaban hasta el primer piso, donde me esperaba todo mi equipo sentado en una gran mesa de madera y metal, con sitio para los ocho. Y algo me observaba, y dirijo mi mirada hacia la barra, donde una muy pequeña criatura cubierta de un traje de trapo azul cristalino me observaba con sus ojos, situados en el cuerpo, con una cabeza caída hacia un lado, con una cara dibujada con un bolígrafo negro.

Me senté con mi equipo y empezó la conversación al instante de sentarme.

-Bueno, ya estamos todos... -Kray toma la primera palabra.- Hemos ascendido al segundo piso, lo que no sabemos ahora es que tenemos que hacer aquí.

-Bien visto, Kray. -Álex siguió la conversación.- Podríamos salir de este lugar, que parece una taberna de fantasía y explorar los alrededores, a ver que hay fuera de este sitio.

-Concuerdo con Álex. -Ahora hablaba Clover.- Tenemos que superar la torre lo antes posible, no tenemos que sufrir un solo retraso más.

Entonces la pequeña criatura, que podía medir perfectamente medio metro, se subió a la mesa y nos miró a todos. Ninguno teníamos hambre o sed, por alguna extraña razón. La criatura me miró a mi, y sus negros ojos brillaron en celeste por un momento, haciendo que los míos dieran un destello en el color violeta anaranjado de Ray, y luego volvieran a su gris original. Entonces la criatura bajo de la mesa y volvió a la barra, caminando sobre ella. Junto con ese destello, me llevo una mano a la cabeza, ya que mucha información estaba llegando de todos sitios a mi cerebro, mientras que una figura gélida se formaba en mi mente.

-¿Nathan...? -Elena me mira, preocupada.- ¿Qu-que te ocurre...?

Y, con un tono azulado en los ojos, algo habla a través de mi cuerpo, diciendo palabras sin sentido, pero que adquieren uno cuando recupero mas o menos mi misma consciencia.

-E-el Pico Névea... El Castillo del Rey Helado... Boreas, el Devorador de las Almas Gélidas... El Dragón del Hielo Eterno... Todo esta siendo corrompido...

Un dolor terrible irrumpe en mi cabeza, y mis ojos quedan en blanco por un instante, pero para mi ese instante son varios minutos, los suficientes como para poder ver una figura sentada en un trono de hielo, con un gran mandoble hecho de plata, cubierto de una fina capa de una magia gélida que emite un gran poder, aún estando solo en mi mente.

-Espero con ansia tu llegada, Elegido.

Y, como si de una ventisca se tratase, su voz me congela la sangre y un escalofrío recorre mi cuerpo, pero para cuando quiero darme cuenta, ya he vuelto a mi cuerpo en aquella mesa de madera y frió metal en la que esta el resto de compañeros, mirando mi próximo movimiento, alertas por lo que pueda llegar a hacer.

-Lo he visto. Él nos espera. Tenemos que derrotarlo para seguir ascendiendo.

-Ya veo... Nathan, esto me da mucho mal rollo, pero me fío de tu palabra. -Kray sonríe.-

-Puedes confiar plenamente en ella, no tendría necesidad alguna de mentiros. Ahora la verdadera pregunta es, ¿Donde esta el Pico Névea?

Naide responde, y todos nos miramos perdidos en silencio. Y este silencio duró hasta que Clover se levantó de un estallido, dirigiéndose decidida hacia la puerta.

-Aquí parados no haremos nada. Vamos, ¡Hacia la aventura!

Y, con una patada a la puerta, una racha de viento helado entra hacia la taberna de fantasía en la que estábamos, haciendo que todos sintamos un intenso frío recorriendo nuestra piel. Pero la pequeña criatura saca una mano de debajo de su traje de trapo para cerrar la puerta y evitar que nos quedemos congelados incluso antes de que empecemos a ir a por Boreas.

Y una mano congelada toma el traje de trapo y lo congela, rompiéndolo y haciéndolo pedazos. Y la pequeña criatura parece crecer tanto hasta tomar una forma humana adulta completamente desarrollada, aunque congelada por algunos lugares de su cuerpo, sobre todo sus manos.

-Soy Chillspar, y estamos sufriendo una fuerte ventisca, pero apaciguara pronto. Podéis quedaros aquí todo el tiempo que os haga falta, hay de todo. Hasta podéis entrenar aquí para prepararos. Seguidme.

Y, sin decir una palabra, todos nos levantamos de la mesa y seguimos a Chillspar hasta detrás de la barra, donde abre una puerta que lleva a un campo de entrenamiento con unos maniquíes hechos de cristales de hielo.

-Bueno, adelante. Entrenad hasta cansaros, tenéis cobijo aquí hasta que partáis para derrotar a Boreas, el Rey del Hielo conocido también bajo el mote de Devorador de las Almas Gélidas.

Y, mientras que Chillspar sale de la sala, todos activamos nuestros poderes y empezamos a entrenar contra los maniquíes de hielo. Tenemos que estar listos para enfrentarnos a Boreas.

Porque ni tan siquiera un Rey detendrá nuestro ascenso.

[Las Sombras De La Torre]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora