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Las dos semanas pasaron volando y, como papá ordenó, nos volvimos para Daegu sin avisar o despedirnos de los chicos. No pudimos juntarnos previamente por sus agendas tan llenas y pesadas que tenían en la última semana de nosotras en la ciudad.

– ¿Cómo la pasaron?– nos preguntó papá a la hora de almorzar, después de horas de desempacar todo.

Gisella volteó a mirarme y como reflejo hice lo mismo.

– Muy bien. Mejor dicho, genial– esbocé una sonrisa al momento.

– ¡Vaya! ¿Pasó algo que mo me haya enterado?– levantó una de sus pobladas y gruesas cejas.

No sabía si contárselo o no, ya que seguramente eso implicaría un gran regaño por parte del mayor. Sin embargo, no hicimos nada que él haya prohibido, ¿o sí?

– Digamos que conocimos a personas especiales– solté con dulzura, como una niña feliz.

– ¿Tienen novio?– interrogó elevando un poco el tono de su voz.

– No, no, no. Nada de eso– fue una respuesta inmediata.

– ¿Entonces?

Como yo no pude dirigirle la palabra, Gisella lo hizo por mí.

– Es difícil de explicar– lo miró directamente a los ojos a través de sus anteojos.

– Explíquenlo y ya.

– Bueno...– ahora yo era la que estaba hablando– Digamos que somos amigas de unos famosos a nivel mundial.

– De esos Bities, ¿no es cierto?

– ¿Cómo adivinaste?– preguntó Gi sorprendida.

– No hay que ser tan tonto como para darse cuenta. De todos modos, ellos son los que fueron a ver.

La inteligencia que tiene este viejo...

– ¿Y habrá posibilidad de volver?– solté esperando la obvia respuesta.

– Si te portás bien, sí.

Me sorprendí. ¿Qué le picaba esta vez?

– ¿"Portás"? ¿Y yo qué?– se metió mi hermana.

– Vos empezás la universidad dentro de dos días. ¿Ya se te olvidó o qué?

– Ehh, no.

famous luv; kthWhere stories live. Discover now