Capítulo 65

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Namjoon se llevaba una cucharada de helado a la boca cuando escuchó a Mila decirle la mentira que había dicho en su escuela. Su mano se volvió trémula al punto en que no se dio cuenta de que llevaba la cuchara demasiado hasta atrás, casi atragantándose él mismo torpemente. Tosió y dejó caer el cubierto sin querer, se agachó para recogerlo pero su cuerpo chocó con la mesa y vertió uno de los vasos de agua que se apresuró a levantar y secar con las servilletas ayudado por la niña.

Sus manos se rozaron y podía ver la preocupación de ella, era un torpe que se puso nervioso como un niño sin poder decir nada debido a lo que todavía estaba procesando. Su cabeza giraba y su corazón latía desbocado.

Tomó sus manitos para secarlas luego de alzar su mano para que fuera el camarero a arreglar el desastre creado por él. Se disculpó de forma casi inaudible y lo vio partir ya algo más tranquilo. Quizás su reacción no era normal pero las palabras de Mila retumbaban tan fuerte en sus oídos que simplemente no podía ver o escuchar nada más con claridad. ¿Era normal tener deseo de llorar, sentir a esa niña tan suya?

Soobin fue alguien que vio crecer, compartía su sangre y de cierta forma era más entendible que lo sintiera suyo. Sin embargo, Mila, la hija de Jimin que no hacía mucho que conocía, se sentía en su corazón como si la hubiese concebido con el rubio que se coló en su vida sin aviso. Eso era quizás algo hereditario porque esa princesa también llegó y arrasó con todo, apoderándose de su corazón.

— ¿Estás molesto? Realmente no quiero que estés molesto, Nam. No quiero que te moleste que yo haya dicho que eres mi papá. — Se explicaba la menor con lágrimas brotando de sus ojitos, esos que el mayor no quería ver llorar.

Con una sonrisa nerviosa y un corazón alterado frente a palabras con las que alguna vez soñó, se acercó para limpiar con sus pulgares las sonrojadas mejillas. Le entregó una servilleta para que limpiara los restos de helado sin apartar la mirada y la abrazó durante algunos segundos, despejando su rostro de cabellos que caían en él.

— No estoy molesto princesa, en verdad, estoy muy muy feliz. — Comentó volviendo a abrazarla, sintiendo esta vez como los brazos de la menor se aferraban a su cuerpo entre sollozos. — Decir mentiras no está bien pero lo que dijiste no es del todo una mentira, tú realmente me consideras tu papá y yo te quiero como mi hija. Eres mi princesa, eres mi hija, Mila.

La niña se sobresaltó llorando esta vez como si le hubiesen pegado, dejando su asiento para ir hacia Namjoon, encaramándose en su regazo y refugiarse entre sus brazos para llorar a gusto, segura. El peligris no dijo nada, se limitó a ceñir sus brazos alrededor del diminuto cuerpo, besando su cabecita y transmitiéndole en cortas palabras lo mucho que la quería y lo poco que le gustaba verla llorar.

Cualquiera que viese la imagen de la pequeña sentada en el regazo con las piernas a ambos lados del cuerpo del mayor y su rostro refugiado en su pecho hubiese pensado que en efecto se trataba de un padre y una hija que compartían uno de esos tantos momentos parentales.

Sinceramente no comprendía que a ella le naciera en tan pocos meses llamarlo papá, para un infante esa era una palabra enraizada a su corazón que encerraba muchas emociones y sentimientos, al no ser a su verdadero padre o a aquellos que conocieran como tal, no lo decían. Él pretendió ser siempre como un amigo dado a que tampoco evidenció su relación con Jimin y aunque estaba feliz por saber  que ella lo consideraba como a su padre, estaba en un limbo de confusión y felicidad desconocida.

— No me molesta que me llames papá princesa, al contrario, me haces feliz. — Susurró colocando otro beso en su coronilla. — Te quiero mucho.

— ¿Puedo decirte papá?

— ¿Cómo le dirás a Jimin entonces? Él es tu papá, no queremos que se ponga triste.

— ¿Papi? Puedo decirle papi y a ti papá o papi Nam. ¿No te gusta? — Preguntó risueña, alejándose de su pecho para mirarlo mientras jugaba con su camisa.

Dr. Control - NamMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora