Capítulo 8

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Conducía con la mente en blanco hacia la nueva dirección que aparecía en su TomTom. Ni siquiera supo en qué momento se había mudado. Se iban a ver después de todo el tiempo transcurrido en donde ambos evitaron verse o confrontarse. Sin embargo, ahí estaba. Manejado camino a calmar ese extraño fuego en su interior que creía poder extinguir en sus brazos. Brazos por los que lloró muchos años sin poderlos tener, los primeros brazos en donde sintió la calidez que un amante podía transmitir.

Se estacionó frente a un complejo de edificios de ocho plantas y miró el número del cuál debía entrar. Llevaba cinco años viviendo en ese país y era la primera vez que realmente entraba a esa zona. Obersendling como cada distrito o parte de la ciudad de Munich era tranquila, no existían en sí malos barrios pero esa zona se veía un poco mejor que muchas otras que conocía, incluso mejor que la parte vieja de Lehel, donde él solía vivir con Taemin. Suspiró tomando fuerza y descendió del vehículo.

Sus pasos fueron firmes, caminó sin preámbulos hasta la puerta del edificio donde lo esperaban. Buscó entre los apellidos que aparecían en la zona de los timbres, eran tantos y miraba con tanta desesperación que no lograba divisarlo. Odiaba esa costumbre alemana de dar direcciones sin indicar el piso en el que se vivi, así vivan ochenta personas en el edificio, no existen los números de apartamentos como en Corea, solamente se daba el del bloque y ya estaba. Se regañó a si mismo mentalmente por tampoco preguntarle ese pequeño detalle.

Oh, ahí estaba el apellido Min. Presionó el timbre y esperó hasta que la puerta se abriera. Tomó el ascensor hasta el séptimo piso y cuando descendió notó una de las tres puertas que allí se encontraban abierta. Caminó hasta ella, encontrándose al llegar la silueta de Min Yoongi esperándolo algo confundido. Lo dejó pasar y se fue a la cocina sin decir palabra alguna. Cerró la puerta y ambos se quedaron contemplándose, estaban ahí pero ninguno se atrevía hacer un movimiento y entonces, como si se hubieran puesto de acuerdo, ambos se apresuraron a tomar el rostro del otro entre sus manos para fundirse en un beso desesperado.

Sin separarse del beso Park se quitó sus zapatos, cuatro manos se esforzaban por quitar del camino toda la ropa que estorbaba. Entre pasos inestables que los hacía trastabillar fueron caminando a la dirección que guiaba el residente de la casa.

— Dios Minnie, te extrañé demasiado. — Jadeó entre sus labios embriagado con su aroma y sabor. Le costó mucho tiempo darse cuenta que esos eran los labios que más le gustaban, la persona por la que verdaderamente tenía sentimientos pero, lamentablemente fue muy tarde cuando se percató. — Tanto tiempo sin sentirte, sin que me dejaras verte. Tu fami-

— ¿Piensas seguir hablando? — Se arrodilló frente a él y todas las palabras del pelinegro desaparecieron.

Cuando Jimin abrió los ojos ya estaba casi oscureciendo, todo su cuerpo le dolía y no era para menos, llevaba demasiados meses sin tener relaciones sexuales y hacerlo con una bestia hambrienta de él como Yoongi, no era exactamente la más liviana forma de reanudar esa parte de su vida. No había nadie a su lado pero el olor a comida que recién se estaba cocinando llegó hasta él.

Reconocía el aroma de la cocina de que una vez fue su pareja, una alusión que seguía latente en su memoria. Miró a su alrededor reincorporándose, con la prisa y el desenfreno del que fueron presos, no se fijó en nada cuando llegó. La habitación era amplia con escasa decoración. Solo un cuadro de una bailarina en blanco y negro se encontraba en el piso, una cesta que parecía la cama de un gato vacía una mesilla negra al frente de la cama que no tenía absolutamente nada.

Dos lamparillas que simulaban faroles se encontraban a cada lado de el lecho donde se encontraba, encaramadas en una pila de tablillas de porcelana. Dos puertas que daban a un patio que parecían tener todos los complejos en común cubiertas de unas cortinas blancas que creía recordar bien.

Dr. Control - NamMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora