Organización Siete

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La noche había caído, el silencio impregnaba el corazón de los dos jóvenes:

—Creo que estamos a salvo Gisela.

—¿Estás seguro? Llevan persiguiéndonos horas—contestó con la respiración algo agitada.

Llevaban toda la noche corriendo y ocultándose en callejones y, por fin, habían podido resguardarse bajo un puente pobremente iluminado. El agua del Llobregat emanaba un hedor que le evocaba a Daniel recuerdos de un primer beso. Sonriendo, con las manos algo frías, le apartó el pelo de la oreja derecha y la besó tiernamente. A pesar de todo lo que había ocurrido, su amor por ella no había disminuido un ápice. Tras separar sus labios y notar como la respiración de ella se calmaba, Daniel contestó:

—Hace media hora que el sensor no detecta ninguna señal, podemos estar tranquilos... de momento.

—No... no me puedo creer lo que está pasando Dani... ¿En qué momento hemos acabado así?—preguntó con los ojos húmedos.—Yo sólo quería dibujar, tener una casa contigo, llevar mis animalitos, jugar a tu lado... viajar, ser feliz, ya sabes...

—Mi niña...—susurró Daniel con la voz quebrada—. En algún momento viviremos así, te lo prometo.

—¿Seguro? Ya sabes que no me gusta hacerme falsas ilusiones.

—Nunca miento mi amor—contestó tajantemente Daniel.

Un pequeño brillo apareció en los ojos de Gisela mientras se tiraba a sus brazos con la cabeza hundida en su pecho y sollozando. Fue esa imagen la que quebró el corazón de Daniel e hiciera hervir su sangre. En ese mismo instante juró que se vengaría de todos ellos, por hacer sufrir a Gisela, por hacerlos huir, por no poder cumplir sus sueños. La Organización caería.

De repente, unos focos iluminaron el interior del puente, deslumbrando a la pareja.

—¡Corre!—gritó Daniel.

Ambos se prepararon con la rapidez de un resorte y empezaron a correr en dirección contraria al río, remontándolo. ¿Cómo los habían seguido? ¿Cómo habían burlado al sensor? Eran preguntas que volaban por la mente de Daniel mientras corrían frenéticamente.

De pronto, un ráfaga de dardos salió de la oscuridad. Los querían vivos... al menos a Gisela.

—¡Aaah!—un dardo había impactado en el hombro izquierdo de Daniel.

—¡Dani!—el miedo y el pánico se reflejaban en el grito de Gisela.

La toxina del dardo era potente, su visión se tornaba borrosa rápidamente y las piernas empezaban a flaquearle.

—Huye Gisela, no puedes quedarte conmigo... Estaré bien, no te preocupes—dijo cada vez más mareado.

—¡No puedo abandonarte Dani!—gritó entre lloros Gisela.

—¡De nada habrá servido todo ésto si te capturan! ¡Corre hacia la ronda y trata de llegar hasta Iván andando por la parte montañosa!

—Pero...

—¡Vete!

Gisela empezó a correr otra vez. Dani tenía razón, nada serviría si ella caía en las manos de la Organización. Mientras se alejaba río arriba, escuchó las últimas palabras de Daniel:

—¡7 DÍAS! ¡DAME 7 DÍAS Y CUMPLIRÉ TU SUEÑO!

Unos sonidos agitados indicaban que ya lo estaban capturando. No debía girarse porque sino sabía que volvería a por él. Sólo le quedaba confiar en sus palabras e intentar encontrarse con Iván.

Todo no había hecho más que empezar.

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⏰ Última actualización: Feb 29, 2020 ⏰

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