Sinfonía de Tren

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Es agradable escribir mientras estás en el tren, al son de una hermosa melodía cantada por un hombre de origen árabe. No me juzguéis, no soy racista, me da igual quién es el intérprete. Oh, esperad, se acaba de disculpar porque está afónico. Entonces todo tiene explicación, ya decía yo que no podía cantar tan mal tan enorme artista. Jo jo jo, esto no hace más que mejorar. Mientras suena una versión distorsionada de "I wanna love you", sus pies no pueden detenerse y su cuerpo se bambolea al ritmo hipnotizante de la música.

Parece que no lo oía suficiente bien con el amplificador al lado de mi cara, por eso ha sido considerado y lo ha subido un poco más. Gracias, de corazón. Oh, sí, esos falsetes me ponen a cien. Qué increíble control de la voz, se diría que un ángel ha descendido del cielo y me ha brindado la oportunidad de mi vida.

¡Esperad! ¡No! Unos guardias acaban de irrumpir en el vagón. La música cesa de repente. Hay un vacío en mi corazón.

En mis oídos aún resuena el eco de sus hermosas canciones bien pronunciadas con su increíble acento tan exótico y excitante. Hoy no podré dormir pensando en él.

Se aleja por el pasillo cual vaquero del Gran Oeste. Poca gente tiene un porte como él. Le han quitado la voz, pero eso no impedirá que, probablemente, dos vagones más allá, comparta su don con otras personas.

Quién pudiera permitirse cada día este placer: el traqueteo del tren, el calor y la compañía de la gente, estas vistas privilegiadas y, lo más importante, las sinfonías que, gente como Abdul nos proporcionan con una agradable sonrisa y un vaso en la mano.

Terror a media nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora