Ambos se miraban atentos. Louis recapacitó su posición. Su pierna entre las de Harry, sus manos tomando las muñecas ajenas a ambos lados de la melena rizada, y su camisa rozando la de su compañero ante la fuerza de gravedad. Pero él no fue quien se movió.

Harry fue quien movió sus muñecas logrando que Louis reaccionara y lo soltara. El ojiverde lo empujó sin fuerza por el pecho, él se quitó de inmediato.

Harry realmente no quería volver a caer en la tentación.

La risita que soltó regresó el ambiente a su normalidad, sin tensión.
—Teníamos años sin hacerlo —. Dice divertido.

Louis asintió estando de acuerdo con él.
—No me hacés actuar conforme a mi edad, no lo vuelvas a hacer —. Pero el tono divertido en su voz le quitaba la seriedad.

—¿Actuar conforme a tu edad? —. Se burló el menor.

Louis le golpeó el hombro.
—Sí, Harry, soy alguien maduro ya —. Fingió una voz más gruesa y firme.

Ambos se miraron y soltaron una carcajada. La voz usada por Louis realmente no le quedaba.

—¿Qué quieres comer? —. Preguntó después de que el silencio amenazara en llevarse aquella atmósfera cálida que se había formado.

El castaño lo pensó por unos segundos.
—Pollo frito con ensalada —.

Harry bufó.
—Tú ni siquiera te comes la ensalada —.

—Por eso, para mí el pollo y para ti la ensalada —. Le explicó tomando un pedazo de sandía, lo observó.

—Eso no suena tan mal, podría hacer pollo al vapor, es más saludable —. Volvió su mirada a Louis, quien veía alternativamente entre él y el pedazo de fruta en su mano.

—¿Cómo pueden ser del mismo color? —.

—¿... el qué? —. Harry frunció el ceño, confundido ante la pregunta al azar del mayor.

Louis sacudió ligeramente la cabeza botando el pensamiento del color de los labios ajenos.

¿Por qué mierda estaba pensando en eso?

—No es nada —. Hizo un ademán para después llevarse el trozo a la boca —Iré a pedir el pollo frito —.

—Vale, terminaré de coser la manga e iré a hacer la ensalada —.

Louis asintió y salió del lugar cerrando la puerta detrás de él. Caminó hasta el baño y se encerró. Se recargó contra la puerta sintiendo su corazón latir con fuerza, no había podido calmarlo, sin embargo, sabía manejarlo para no hacerlo notar.

Se llevó una mano al pecho. Él en serio necesitaba ir al cardiólogo.

🔆🔆🔆

Era miércoles, y como cada mitad de semana, los chicos se reunían para acompañar a Zayn en la hora del almuerzo.

Pero aquel día era diferente al resto, pues se cumplían las cuatro semanas del reto que los chicos le habían impuesto a Harry.

Zayn, Liam y Niall sacaron sus carteras despacio, vacilando mientras las abrían.

—Esto es trampa —. Dice el irlandés cuando le entregó el dinero a Harry.

—De seguro se pusieron de acuerdo —. Zayn los acusó mientras deslizaba el billete por la mesa.

—Debimos apostar otra cosa —. Bufó Liam dándole las quinientas libras. 

•Perdido En Tus Ojos• LS.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz