Parte 26

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Había olvidado que hoy se cumplían exactamente tres semanas desde el día que Sara se marchó. Un viernes, hace veintiún días exactos estaba siendo arrastrado por una ola de depresión por culpa de mi ex y ahora estoy aquí sin rastro de ese sentimiento agobiador y no sé si sentirme culpable por no lamentar su abandono a tan corto tiempo. Sara tenía razón, desde hace mucho tiempo que esa relación que compartíamos era tan monótona, tan aburrida y más de lo mismo. Tanto así que ni me quedaban ganas de recordarla siquiera.

Como se lo dije a Margaret, dos veces, Sara me había hecho un favor en realidad e incluso hasta escuchar su nombre de la boca de mi jefa estaba comenzando a cansarme. Yo ya no quería que Margaret sacara a relucir ningún tema relacionado con ella de nuevo, pero Margaret quería insistir, como si mi respuesta en el elevador no había sido suficiente o como si le habían saltado más dudas, no lo sé, pero después de la maldita reunión, camino al parking, me preguntó:

—¿Vas a decirme a mí que ya no la extrañas... del todo? —Desde que escuché esas palabras, supe que no había forma que esta conversación con la jefa dragón acabara de la mejor manera. Estaba realmente cabreado, hambriento y exhausto hasta la mierda por la hora y se suponía que yo ya no tenía que estar en este sitio. Al parecer a Margaret no le había bastado con haberme retenido por más de una hora en una sala de reuniones haciendo absolutamente nada, quería seguirme irritando y bastante, presiento que a Margaret le gusta molestarme a propósito y creo que sí lo estaba logrando en serio— digo, ¿Tan rápido se puede olvidar a una persona con la que compartiste cinco años de tu vida?

En mi defensa, yo había abandonado el edificio solo pero tuve que regresarme cuando me di cuenta que la batería de mi teléfono estaba por morir y el cargador se había quedado en mi oficina. Fue tanta mi mala suerte que cuando tomé el elevador de regreso, Margaret estaba ahí.

Aunque no me dijo nada todo el recorrido hasta el primer piso, cuando se dio cuenta que yo estaba dejándola atrás por mi poco interés en hablar con ella reclamó mi atención y me preguntó eso, si extrañaba a Sara. Me tuve que detener por ella, no voy a mentir que no medité mi respuesta, lo hice, especialmente porque no se me había ocurrido pensar en eso antes y llegué a una conclusión: No la extrañaba ni un poco. Por muy extraño que pareciera, por mucho que a Margaret se le haya descompuesto el gesto ante mi respuesta, la verdad es que no echaba de menos a Sara.

Tal vez no debí ser tan sincero, quizás debí darle a Margaret otra respuesta, algo que ella quería escuchar, aunque a este punto yo no sabía qué era lo que ella ansiaba oír en realidad. Pero de algo que sí me di cuenta es que no le habían gustado nada mis palabras. Mucho más cuando contesté la segunda de sus preguntas con un:

—¿Por qué no? —Todas mis palabras hasta ese momento las había soltado con tanta indiferencia que, estoy seguro, a Margaret no le había pasado desapercibido. La verdad es que en ese momento me importaba poco todo lo que pudiera salir de su boca porque, como mencioné, mi celular estaba muriendo, yo solo quería un buen plato de comida italiana y descansar, aunque no iba a descansar específicamente pero igual, pasar tiempo con Kate era suficiente para relajarme un poco. El último mensaje que le había enviado a había sido hace poco menos de media hora y temía que creyera que todo esto era una excusa para evitar las clases de Jiu Jitsu. Estaba más preocupado en otras cosas que en Margaret en realidad. Entonces, me giré un poco solo para verla e hice otra pregunta cargada de sarcasmo—: ¿Debería?

Margaret había soltado tantas cosas frente a mí en los últimas días con el único propósito de hacerme sentir miserable, lo había logrado al principio, pero ahora cualquier cosa que pudiera salir de su boca me parecía irrelevante, en especial aquellas que involucraran a Sara. Me urgía llegar a mi auto para ponerle un poco de carga a mi teléfono y poder llamar a Kate, pero Margaret estaba de mí, siguiéndome, casi parecía un espectro. Me di cuenta del terrible poder de autocontrol que todavía tengo para soportar a Margaret incluso fuera de mis horarios de oficina.

¿Cómo (no) conseguir un ligue de una noche?Where stories live. Discover now