Parte 13

17.3K 2.6K 420
                                    


Estar en la oficina de Kate, es algo que me resulta intimidante y atemorizante en partes iguales. Estoy esperándola desde hace unos minutos mientras miro la pared detrás de su escritorio, con tantos certificados y reconocimientos que dan miedo. Estudió en Harvard ¡Harvard! Kate es la única mujer que me hace sentir pequeñito, como un tigre sin dientes y casi quiero tirarme a una esquina a llorar por tener su misma edad —o eso creo— y apenas haber logrado el título de una universidad estatal y que no utilizo por completo.

La puerta se abre, y me doy media vuelta para encontrármela a ella ahí, junto a una mujer mayor que me mira de pies a cabeza y me sonríe afable. La saludo de manera cortés y me quedo donde estoy sin saber en realidad qué hacer.

—Fernanda, él es Roger. —La mujer que ahora sé que se llama Fernanda se acerca a mí y cuando pretendo extenderle mi mano ella me rodea con sus brazos y me estruja contra su cuerpo—. Ella es mi jefa —continúa Kate. Cuando la pequeña mujer castaña me deja libre intento recuperar el aire y me da una enorme sonrisa.

—Es un gusto conocerte, Roger. —A Kate le causa gracia que esta mujer casi me asfixie, lo puedo ver en su mirada y en la forma maliciosa que sus labios se curvan, hasta creo que me la presentó a propósito para presenciar esto.

—Lo mismo digo —hablo, intentando ocultar el dolor en mis costillas. Se va de nuevo en dirección a Kate, rodeando el escritorio para tomar unos papeles.

—¿Es tu novio? —pregunta la mujer en un susurro, pero sé que su intención era que yo escuchara, por lo cual contesto que no, al mismo tiempo que Kate, a quién le provoca un poco de risa y veo la mirada pícara en el rostro de la señora Fernanda. No sé qué es llevarte bien con tu jefa, pero puedo ver que Kate sí sabe eso a la perfección, por la forma en que se ríe cuando ella le dice algo en el oído y, bueno, yo me siento incómodo.

—Fue un gusto conocerte, Roger —menciona saliendo del lugar cuando yo ya me había girado de nuevo hacia los certificados fingiendo indiferencia.

—También fue un gusto conocerla, Fernanda. —Le dedico una sonrisa cuando me giro para verla, sale con los papeles y se pierde tras la puerta. Me vuelvo a Kate quién continúa guardando unos folios y me ofrezco a ayudarle para salir de aquí lo antes posible.

—Lamento que hayas tenido que esperarme. —Le digo que no hay problema, que me gusta esperar, nada inteligente en sí. Pero en realidad es que no quiero decir mucho y sonar más estúpido intentando explicarle lo que he dicho, prefiero mantener la boca cerrada y dedicarme a dejar los papeles donde ella me indica—. No creí que llegarías tan pronto, mencionaste que estabas con el diablo de tu jefa.

—Para mi suerte, me dejó ir porque no quería contagiarse de mi «bronquitis». —Eso le provoca soltar una risita a Kate. Me entrega mi billetera cuando hemos finalizado, solo pensar que ha visto mi licencia de conducir me revuelve el estómago, definitivamente esa no es mi mejor foto.

Fue hace varios años y había trasnochado para terminar la novela que nunca publiqué, además de haber bebido más café que agua y no me había siquiera lavado el rostro, tenía resfriado y unas ojeras que pegaban al piso. En mi defensa, no pensé que me pedirían ahí mismo tomarme la maldita fotografía.

—¿Te llevo a tu apartamento? —Le digo antes que me salga cualquier estupidez sobre la explicación del porqué me miro tan mal en mi licencia de conducir, porque ya lo estaba pensando—. Pienso quedarme con Simon, así que vamos al mismo sitio.

—Así que se cumplió su sueño, que tú te mudaras con él.

—¡No! Solo... —me río un poco— solo estaré unos días... mientras... bueno... —No quiero decirle el motivo, tampoco le contaré porqué me estoy quedando con él, en mi cabeza suena patético decir: Mi apartamento me recuerda que mi ex novia me puso el cuerno viviendo conmigo, pero tampoco quiero mentir, así que digo—: Arreglo unos asuntos personales.

¿Cómo (no) conseguir un ligue de una noche?Where stories live. Discover now