Parte 12

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La verdad, hasta hace una hora no pensaba continuar trabajando para Margaret.

Pero es increíble como un video te hace cambiar de opinión y aquí estaba, subiendo por el ascensor y mi reflejo, triste y preocupante, es el que se muestra frente a mí. Un tipo que no creo ni siquiera conocer es el que me devuelve la mirada, con ropa ajustada que yo normalmente no me atrevería a usar. Hasta hace una semana consideraba mi vida estupenda, como si nunca podía estar mejor y, ahora, todo esto solo era como un montón de basura que quería desechar de mi mente a como fuese.

Las puertas se abren en mi piso y sosteniendo los folios actualizados de Margaret camino hacia su oficina, ignorando las miradas de todos mis compañeros de trabajo. Desde el parqueo intento mantenerme enfocado y no salir corriendo por la cantidad de atención que he recibido. La chica de Simon —Alicia, la de recepción— ni siquiera me había reconocido y el conserje —el único amable de este piso— me dijo que me miraba bien, que casi parecía un modelo de esas revistas.

No supe si tomarme eso como un insulto o un cumplido.

Toco la puerta de Margaret con mis nudillos, un suave toc toc que ella ya reconoce, desde el primer día me dejó dicho que odiaba a las personas que tocaban muchas veces y que dos eran suficientes y si era posible, no se escuchara.

—¿Quién? —habla desde adentro, con nada de paciencia y respiro hondo para evitar irme de aquí y no volver.

—Roger —suelta un bufido que escucho a la perfección hasta mi lugar. Nada amable, sin un poquito de paciencia. Y a mí ya me da igual lo que sea que hable u opine la jefa dragón.

—Pasa —le escucho y lo hago, después de contar hasta tres para evitar soltar todas las malas palabras que vengo reteniendo desde lo que vi esta mañana. Le dije a Simon que no me importaría, que me mostrara el maldito video que decía que no debía ver, y la verdad es que me arrepentí, aquello me había calado las entrañas con violencia. Fue como si me apuñalaran en la espalda repetidas veces.

Por un momento estuve a punto de cometer el error de creer que Margaret podía ser inocente, incluso lo estuve pensando anoche, hasta que vi un video suyo tomando champagne con el hijo del millonario holandés y Sara en un pent-house después de la fiesta a la que me obligó asistir, la misma que dejé para terminar emborrachándome mientras ellas a carcajadas se divertían, en especial Margaret, después de saber que aquello me había afectado.

Todo esto estaba publicado en el perfil de Instagram del sujeto que tenía más de tropecientos seguidores, había llegado a él mientras volvía a hacer una corta investigación de su persona, hoy me arrepiento por completo. En fin, ese video no fue todo, ayer también se habían reunido en uno de esos restaurantes caros con un nombre difícil de pronunciar y Margaret había publicado una fotografía en sus redes sociales mencionando lo mucho que se divertía con sus «mejores amigos».

Me sentía patético y humillado, así que decidí que lo mejor era continuar trabajando aquí fingiendo que no me importaba en lo absoluto, mientras encuentro algo mejor y me iré sin avisar siquiera.

—Bien, aquí estoy —le digo, cuando doy un paso dentro de su oficina. Ella ni siquiera me mira, hasta que la veo dejar el lápiz con tanta fuerza sobre su escritorio produciendo un ruido sordo y temo que el bendito mueble de cristal se haga pedazos.

—Ni siquiera sé qué... —En ese momento me mira y cierra la boca. Como si alguien ha tocado un botón de algún control remoto que la ha hecho guardar silencio de pronto. Me mira de pies a cabeza pero de inmediato su vista se postra en mis ojos. Su gesto ya no es el mismo e intenta recomponerse aclarando su garganta —Roger, te dejé claro que...—aclara de nuevo su garganta —que cuidado no llegabas ayer.

¿Cómo (no) conseguir un ligue de una noche?Where stories live. Discover now