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Le mostré mi oficina en la base SEAL. Parecía impresionada y me preguntó un montón de cosas sobre mi trabajo. Me gustó que pareciera realmente interesada en mi carrera, más que la chica tipo. La mayoría de las chicas de ese tipo, interesadas en atrapar a cualquiera que pertenezca a la marina, sin importarles prostituirse para eso, nos veían como nada más que otra muesca en los postes de sus camas, un héroe de la vida real salido de una de esas novelas románticas de mierda. Los SEALs en esos libros tienen muy poca semejanza con los verdaderos hombres que pertenecen al Equipo Naval. En primer lugar, la mayoría de los SEALs nunca le contarían a la gente lo que hacemos para ganarnos la vida. Yo nunca le hubiese contado a Katniss que era un SEAL, pero necesitaba hacerle comprender que era capaz de salvarla. Siempre les he dicho a todos los que conozco que conduzco un camión de helados. Por otro lado, nunca damos detalles sobre nuestras misiones a los civiles, ya sea que follemos con ellos o no. Y seguro como el infierno que no abandonamos nuestras carreras para perseguir a una mujer alrededor del mundo. La mayoría de los autores que escriben esa porquería ni siquiera han conocido a un SEAL, y mucho menos han follado con uno.

—Tengo que llamar a casa. Deben estar preocupados.

—¿Por qué se preocuparían? Estás conmigo. Yo te salvé.

—Después de lo que sucedió, se asustan si me quedo demasiado tiempo en el yoga, —tomó su teléfono celular y marcó el número.

—Hola papá. Estuvo divertido. Voy a quedarme con Peeta esta noche.

Cambió el teléfono a su oreja derecha, probablemente para que no pudiera escuchar a su padre diciéndole que yo era un pedazo de mierda.

—Lo que sea, papá. Te llamaré mañana.

Terminó la llamada y miró por la ventana.

—¿Estás bien?

—Sí.

Sabía que su padre seguramente le había hecho pasar un mal momento. —¿Qué dijo?

—Que sólo eres un típico SEAL que vas a abandonarme y a engañarme. Recuerda dónde lo conociste, Katniss. No es el tipo de hombre con el que quieres involucrarte. Sin embargo, no me importa. Tendrán que superarlo. Realmente no pueden pretender poder protegerme de todo. Ya sobreviví a la peor vida imaginable.

Regresamos a mi casa, la mayor parte del tiempo en silencio. Vivía en un pequeño apartamento de una habitación en Pacific Beach. Tenía un pequeño patio para Trigger y estaba cerca de todas las tiendas y restaurantes.

Tenía dos motivos para traer a Katniss a mi casa. A, quería follármela de nuevo hasta dejarla sin sentido. B, quería averiguar si estaba o no en lo cierto en relación a sus padres.

Abrí la puerta, y le puse la correa a Trigger para llevarlo a dar una rápida caminata.

—¿Quieres venir conmigo?

—Nah. ¿Puedo tomar una ducha?

Quería tomar una ducha con ella, ver las gotas de agua brillando mientras resbalaban por su cuerpo.

—Siéntete como en tu casa. Estaré de vuelta en un par de minutos.

Trigger estaba agradecido de verme. Algunos dirían que era una tontería tener un perro cuando pasaba tanto tiempo fuera en misiones. Pero Trigger era mi familia. Su lealtad no tenía límites.

Entramos en el patio y Trigger olfateó un árbol. Tomé mi teléfono y vi que tenía una llamada perdida de Kyle. Lo llamé y contestó al primer timbre.

HéroeOnde histórias criam vida. Descubra agora