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Llevamos a Katniss directamente al yate y salimos como el demonio de Aruba. Kyle puso en marcha el barco y nos dirigimos de nuevo a Curaçao. Estaba agradecido de que no tuviera que estar a solas con Katniss. Quería concentrarme en su recuperación y no en cualquier sentimiento que ella pudiera desarrollar hacia mí como su rescatista.

No habló mucho durante el viaje en coche, simplemente permaneció sentada allí, aturdida y llorando. Abrumada, sin dudas.

Una vez que abordamos el barco, llevé a Katniss hasta la sala de estar.

—Katniss, estos son mi amigos, Kyle y Vic. Vic es médico, va a ayudar a desintoxicarte. Te compré ropa y provisiones.

Ella parpadeó rápidamente, examinando la pequeña habitación. Llevaba una camisa hecha jirones que rosaba sus muslos y bragas negras. Estaba muy delgada, casi cadavérica. Se balanceaba con el movimiento de la embarcación, un poco desorientada, probablemente en estado de shock, confundida. Su lacia cabellera negra caía alrededor de su rostro y tenía los brazos fuertemente apretados contra su pecho. Cuando habló, su voz salió como un susurro, quebrada por la emoción.

—Pensé que nunca te vería de nuevo. Nunca podré agradecértelo lo suficiente. Nunca, nunca pensé. . .

Se mordió el labio en un intento de contener las lágrimas que brillaban en sus ojos. Parecía tan vulnerable, como una muñeca bajo la suave luz de la habitación. La atraje hacia mí y solamente la abracé, su pequeño cuerpo acurrucado dentro del mío grande. Se sentía frágil entre mis enormes brazos, delicada. Tomé una bocanada de aire para frenar el creciente impulso de mantenerla allí, una sensación que me molestó tanto como me confundió.

—Ey, ¿por qué no tomas una ducha? Nosotros no nos iremos a ninguna parte.

Katniss no respondió durante unos momentos, en lugar de eso se acurrucó más cerca dentro de mi abrazo. Me sentía reacio en dejarla ir, disfrutando de la suave sensación de su cuerpo contra el mío, cuando Katniss retrocedió. Caminó lentamente hacia el cuarto de baño y cerró la puerta.

Dejé escapar el aliento, que ni cuenta me había dado de que estaba conteniendo. No sé de qué mierda había esperado que Katniss reaccionara. Supongo que pensé que correría por todas partes eufórica, besándome y abrazándome, pero su indiferente calma me confundió. Tuve que recordarme que era una drogadicta, y que no captaba la realidad de su liberación, todavía.

Abrí mi bolsa y saqué una botella de whisky, tome un rápido trago directamente de la botella. ¿En qué carajo nos había metido?

Si esto hubiera sido una película, rápidamente la hubiésemos llevado hacia la embajada, donde sus padres la estarían esperando para darle la bienvenida. Y yo tendría la bienvenida de un héroe. Nos profesaríamos nuestro amor mutuamente y viviríamos felices para siempre.

Pero esto no era una película. Este rescate estaba fuera de todas las reglas. No existía embajada en Aruba...la más cercana se encontraba en Curaçao... y estaba cerrada porque ya era medianoche de un fin de semana. Y nuestra víctima era una prostituta adicta a la heroína.

Vic sacó medicinas de su bolsa.

—Bueno, esto se va a poner difícil, especialmente en las siguientes setenta y dos horas. Tenemos que mantenerla contenta.

Escuché correr el agua de la ducha. ¿Que estaría pasando ahora por su cabeza? ¿Su familia, sus amigos, yo?

Kyle se echó a reír.

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